04; EL PADRE Y EL HIJO

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EL PADRE Y EL HIJO

Aprender a correr sin duda era algo que Aegon forzó porque ¿qué bebé comienza a correr dos días después de dar su primer paso? La verdad es que él no sabía, quizás había otros bebés que sí lo hacían, pero a ojos de sus padres era él único así que eso le bastaba. Le gustaba correr en medias, siempre con sus fieles juguetes en mano, Sunfyre y su maraca azul a la que mentalmente nombró Searax en honor a los dragones de sus padres. Claro que los que más sufrieron por su nueva habilidad eran sus cuidadoras y su abuelo Viserys porque Aegon siempre corría por todos lados cuando estaba con ellos.

Siempre había una excusa para molestar a Viserys.

La vida era hermosa. Ese día despertó con las caricias de su madre, fue bañado y vestido con cariño, desayunó en las piernas de su padre, pudo jugar con él a la guerra con sus naves y dragones de madera. Todo estaba bien. O al menos lo estuvo hasta que recordó que ese día su padre se iría a la guerra y por eso pasó más tiempo con él que con alguien más. No se dio cuenta hasta que fue llevado a la fosa de dragones y estuvo sentado en medio de Syrax y Seasmoke por unos buenos minutos. Rhaenyra estaba acariciando a Syrax, no muy lejos de él para poder vigilarlo, pero Laenor no estaba por ningún lado.

—Mamá—llamó extendiendo sus manos hacia ella, sacudiendo la maraca para llamar su atención.

Rhaenyra lo miró con una sonrisa y se acercó a él para cargarlo, en ese momento Aegon sintió que su mundo se inclinaba y las nubes tapaban el sol arruinando su día perfecto. Laenor llegó, vestido con su armadura, y la expresión en su rostro era una de duda, como si no quisiera irse. Aegon estiró una mano hacia él y chilló haciendo que Rhaenyra se girase para mirar qué sucedía.

—¡Papá!—gritó con una sonrisa.

—Hey, pequeño dragón—Laenor los alcanzó y agarró su mano para besarla—. Está todo listo.

No me gusta esto—Rhaenyra suspiró y miró a su hijo—, Aegon te va a extrañar.

Aegon frunció el entrecejo, podía entender lo que decían, pero debía pretender que no lo hacía. De su garganta salió un sonido de protesta e intentó tirarse hacia su padre, pero Rhaenyra lo sujetó con fuerza impidiendo que lo lograse. Laenor lo miró con ojos tristes y besó su cabeza.

—Cuida de tu madre, ¿si?—Otro beso, ahora en la mejilla—. Pórtate bien y no crezcas mucho.

—Cuídate, Laenor.

—Tu igual.

Rhaenyra comenzó a alejarse, yendo hacia el carruaje que los esperaba, pero Aegon se inquietó. No podía dejar que Laenor se fuera, había cambiado las cosas, ¿qué tal si ahora si moría en la guerra?

—¡Papá!—Aegon gritó, sus manos extendidas sobre el hombro de Rhaenyra, hacia Laenor—¡Papá!

Laenor ni siquiera lo miró, de seguro para no arrepentirse de ir a la guerra, y Aegon siguió gritando. Rhaenyra intentó calmarlo, pero él no la escuchó. La idea de perder a Laenor comenzó a romper su corazón, no quería perder a quién le enseñó que valía la pena, a quién más amaba en el mundo. Seasmoke alzó el vuelo y el corazón de Aegon se partió en mil pedazos.

—Shh, está bien, cariño, está bien—Rhaenyra acarició su espalda, la tristeza filtrándose en su voz.

—Papá—Aegon balbuceo, sus lágrimas mojando la ropa de su madre—. Mamá...papá.

—Lo sé, lo sé, cariño, está bien.

No dejó de llorar durante todo el camino a la fortaleza, ni cuando llegaron, todos intentaron hacer que se calmará, pero nadie lo logró. Fue el sueño lo que le hizo dejar de llorar. Estaba en brazos de Rhaenyra que lucía al borde de romper a llorar ella misma cuando se durmió, al ver que sus ojos se cerraban y las lágrimas cesaban la princesa suspiró de alivio y dejó que una lágrima se le escapara. No le gustaba ver a su hijo sufrir, le rompía el corazón.

thicker than water. (house of the dragon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora