« El amor se hace más grande y noble en la calamidad. »
[Draco Malfoy × femOc]
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Los personajes y el mundo de Harry Potter le pertenecen a J. K. Rowling. El resto de historia es de mi autorí...
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Narrador Omnisciente
1 de Agosto, 1999
Agatha se levantó en la madrugada con el cuerpo empapado en sudor y gritando, como era de costumbre hace ya un tiempo.
Las imágenes de la tragedia en la batalla de Hogwarts seguían atormentándola todos los días, pero había una en particular que la dejaba sin aliento, la escena de Fred Weasley siendo asesinado frente a ella.
Aquello era algo que la ojiverde no había podido superar aún. A pesar de que había pasado un año desde aquel terrible día, el recuerdo seguía fresco en su mente, como una herida que no terminaba de sanar.
Desde aquel día Agatha no volvió a tener contacto con la familia Weasley. Molly y Ginny se encargaban de mandarle cartas frecuentemente para seguir manteniendo el contacto con ella. En cada correspondencia las pelirrojas se preocupaban de preguntarle cómo estaba, cómo iba su vida y hacerle saber que podía ir a la madriguera cuando estuviera lista, pero Agatha nunca estuvo preparada para volver.
El trauma se habían convertido en algo que la había superado mentalmente, a tal grado que los meses pasaban y ella no era capaz si quiera de poner un pie fuera de su departamento.
Cada vez las cartas que les escribía a la familia fueron mucho menos recurrentes, hasta que un día solo dejó de responderlas, comenzando a aglomerarse en su correo.
Alejarse de la familia Weasley fue algo que caló muy profundo dentro del corazón de la pelicastaña, porque ellos habían sido la familia que nunca tuvo en su vida.
Agatha perdió a sus padres a corta edad y en cuanto conoció a los Weasley aquel día en el callejón Diagon en primer año, ella entró a la familia como si hubiera estado destinada a ser una más de ellos, la química fue instantánea. Sin embargo, este mismo acercamiento y sentimiento de familiaridad hizo que la culpa fuera mucho mayor.
Con el corazón acelerado y las lágrimas aun corriendo por sus mejillas descontroladamente, Agatha decidió que necesitaba algo para calmar sus nervios. La ojiverde se levantó con cuidado de su cama y se dirigió a la cocina en busca de un vaso de leche, esperando que el acto de beber algo caliente le proporcionara cierta tranquilidad. Sin embargo, incluso mientras bebía lentamente, el peso de la pérdida y el dolor no se disipaban. Era inevitable ¿Estoy destinada a sentirme tan miserable el resto de mi vida? pensó.
Miró el reloj en la pared de la cocina y vio que este marcaba las cinco de la mañana. Ya no había posibilidad de volver a dormir, al menos no esa noche. Decidió que lo mejor sería distraerse hasta que amaneciera por completo.
A pesar de que Agatha se encontraba rodeada de tanta tecnología muggle en el departamento de sus difuntos padres, nada lograba captar su atención por completo, su mente seguía dando vueltas en el mismo pensamiento y su corazón aún sentía esa opresión.
