« El amor se hace más grande y noble en la calamidad. »
[Draco Malfoy × femOc]
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Los personajes y el mundo de Harry Potter le pertenecen a J. K. Rowling. El resto de historia es de mi autorí...
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Narrador omnisciente
Agatha abandonó apresuradamente la sala común después de que Draco confesara abiertamente su desprecio hacia su presencia y existencia. La revelación de sus sentimientos la desconcertó profundamente. No lograba comprender por qué esas palabras le afectaban tanto. A lo largo de los años, anheló la aceptación de los demás, aunque el rechazo se convirtió en una realidad con la que aprendió a convivir, especialmente después de ser seleccionada en Slytherin y ser de ascendencia muggle.
Avanzaba con rapidez, sin un destino claro en mente. En esos momentos, su único propósito era mantenerse alejada de Draco. Evitaba su habitación, rechazaba la idea de encontrarse con Blaise o Theodore, incluso la compañía de Michi no era una opción en ese momento. En medio de la desesperación, su único anhelo era regresar a casa.
En su hogar, podía interpretar el papel de una muggle común, trabajando en una pequeña cafetería de la ciudad. Allí, vivía sin la constante presión del juicio ajeno. Solo se tenía a sí misma para afrontar sus problemas, y en esos momentos, esa independencia y soledad era lo que más anhelaba con todo su corazón.
Con el transcurso de los minutos, su paso se desaceleró, y gradualmente comenzó a recuperar el ritmo normal de su respiración. Se agachó, colocando ambas manos en sus rodillas para tomar un breve descanso. Fijó la mirada en el suelo.
La pregunta resonaba en su mente: ¿por qué el rechazo de Draco le afectaba tanto? ¿Por qué no podía simplemente no importarle? Se esforzó en recomponerse poco a poco, buscando aliviar el peso de la desilusión. Instintivamente, llevó una mano a su pecho, intentando calmar los latidos incontrolables y frenéticos de su corazón.
Ante ella se presentaba la puerta hacia el cielo o incluso el mismísimo infierno. Contempló las escaleras que la conducirían a la sala común de Gryffindor, sin tener certeza de cuándo sus piernas la habían llevado hasta allí, posiblemente impulsadas por la desesperación en su máxima expresión.
A pesar de contar con el respaldo de Harry en ese momento, no era lo que anhelaba, ni lo que necesitaba para encontrar calma. Las lágrimas inundaron sus ojos, y los sollozos no tardaron en manifestarse. Se tapó la boca con una mano para evitar ser escuchada.
Ron le hacía falta, añoraba los tiempos en los que podía recurrir a él para llorar y ser consolada. Extrañaba las bromas de Fred que solían levantarle el ánimo, añoraba su vida anterior a la guerra. La fatiga la envolvía de tal manera que, en ese momento, se sentía capaz de atravesar la puerta y buscar a Ron. Estaba dispuesta a disculparse por lo que fuera que lo hubiese molestado, incluso humillarse hasta cierto punto, con tal de recibir un poco de comprensión y cariño familiar.
