« El amor se hace más grande y noble en la calamidad. »
[Draco Malfoy × femOc]
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Los personajes y el mundo de Harry Potter le pertenecen a J. K. Rowling. El resto de historia es de mi autorí...
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Narrador Omniciente
La noche envolvía todo con su frío manto y un silencio solitario se extendía. Mientras Agatha y Draco sostenían su conversación en algún rincón, un grupo de cuatro Gryffindors se reunía en la sala común en esas horas nocturnas.
Ron, con la inquietud pintada en su rostro, deambulaba de un lado a otro en la estancia. Las mejillas le ardían con un rojo intenso, ya sea por el calor del fuego que danzaba en la chimenea o por la creciente rabia que se apoderaba del pelirrojo.
Frente a él, en un amplio sillón, se encontraban Harry, Ginny y Hermione, observando con atención el desasosiego de su amigo.
—Esperen, repitan eso—ordenó Ron, aumentando el ritmo de sus pasos mientras la tensión se palpaba en el aire.
Harry suspiró al darse cuenta de lo que se avecinaba en ese momento. Conocía a su mejor amigo como la palma de su mano, razón por la cual había intentado postergar este instante durante varios días. Pero ya no había marcha atrás, las invitaciones estaban hechas y no se podían retractar.
A un lado de Harry, Ginny observaba la situación con una expresión de molestia, rodando los ojos y bufando notoriamente ante la actitud de su hermano.
—Invitamos a Malfoy, Nott y Zabini a la boda —anunció Harry lentamente, observando cómo el rostro de Ron empezaba a descomponerse gradualmente, como si hubiera recibido la peor noticia del mundo.
—No lo entiendo —dijo Ron, desconcertado—. Agatha... ella ni siquiera necesitaba invitación, ella debe estar ahí. Pero, ¿qué pensaban cuando decidieron invitar a esos imbéciles?
Ginny rodó los ojos de manera notoria. La pelirroja no se caracterizaba por la paciencia como una de sus cualidades destacables; más bien, solía mandar a las personas a la mierda sin ningún problema.
Molesta y cansada por la actitud de su hermano mayor, Ginny decidió levantarse del sofá y plantarse frente a él.
—Esos imbéciles, como les llamas —dijo mientras señalaba a Ron con su dedo índice en el pecho, haciendo retroceder un paso al pelirrojo—. Nos guste o no, han sido la única compañía que Agatha ha tenido desde que regresamos a Hogwarts.
La idea de invitar a los ex mortífagos a su boda nunca fue su opción favorita. Discutieron extensamente el tema con Harry. A ninguno de los dos les agradaban los Slytherin desde que eran prácticamente niños, y era más que seguro que el sentimiento era recíproco.
Pero el escenario había cambiado ahora, y si Ginny tenía un poco de cariño por Agatha, ella y Harry estaban dispuestos a ceder en esto de buena manera.
—Solo ha tomado malas decisiones, Ginevra. No sabe lo que hace —alzó la voz Ron, cruzándose de brazos y mirando a los ojos a Ginny.
—Tampoco es que haya tenido opciones, Ron —respondió Ginny, luego dirigió su mirada a su futuro esposo y a Hermione—. La abandonamos, todos.
