CAPÍTULO 69

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RONALD

Aun mi capacidad para pensar es nula. Solo quiero llegar al depósito y acabar con André, porque quiero hacerlo sufrir, romperlo como nunca antes lo he hecho con otra persona.

Acabar con su mente y su cuerpo. Hacerlo suplicar por su muerte, pero ralentizarla hasta el punto de que él acabe con ella. Pero tampoco quiero abandonar esta habitación, no puedo perder de vista a mi mujer.

Isabella lleva diez horas dormida —el doctor sugirió sedarla porque sus ataques estaban incrementando— así que llevo las mismas diez horas observando su hermoso rostro, el cual tiene una mano marcada.

Joder. Me siento tan culpable. Creo que todo esto es mi culpa, no trabajé lo suficiente por dar con el paradero de ese hijo de puta.

—Ronald. ¿Podemos hablar? —La voz de mi padre se escucha más baja de lo normal.

—Ahora no —respondo sin apartar la mirada de mi mujer.

No quiero hablar o ver a alguien en este momento, solo quiero estar al lado de mi mujer y atender cada cosa que ella llegue a necesitar.

—Sé que estás preocupado, pero ella está aquí y nadie se la llevara —explica mi padre. Pone una de sus manos en mi hombro brindándome consuelo —estas con ella.

—No, estuve con ella en la empresa y aun así se la llevaron. La lastimaron por mi culpa —la deje sola, algo que juré nunca hacer, me descuide y le di ventaja a mi enemigo.

—Nadie es culpable, solo ese hombre —explica mi padre —déjala descansar y hablemos un momento.

A regañadientes me levanto y miro a mi padre. Quise decirle que no, pero debe ser algo importante lo que quiere decirme por qué o sino no estaría insistiendo.

Le doy un beso en la frente a mi mujer antes de apartarme de ella. Cuando ya estoy en la puerta la observo nuevamente.

—Quédate con ella —le pido a Blanca —y ustedes dos no se separen de esa puerta, no permitan que nadie entre a menos de que sea yo.

Camino junto a mi padre con dirección a mi oficina. Deseo que su conversación no sea tan extensa porque quiero regresar al lado de mi mujer y estar ahí para cuando vuelva despertar.

—Hay un problema —la preocupación en el rostro de mi padre no es solo por lo que estoy pasando.

—Puedes encargarte de todo hasta que mi mujer esté bien o puedes decirle a Evans que lo haga —suena descabellado para algunos, pero mi mujer es lo esencial y primordial en mi vida.

—No son los negocios, Harry quiere a su hijo con vida —revela mi padre.

—¿Con vida? —una risa llena de ironía se me escapa —si quiere algo de ese perro con mucho gusto se lo enviaré.

Con solo recordarlo mis manos pican por todo lo que deseo hacer con ellas.

—Exigió que su hijo vuelva a Inglaterra con vida —repite la petición de Harry —viene parte de su gente por él, quiere él mismo darle el castigo a su hijo.

—Ese tipo es irracional, primero no quería saber nada de su hijo y ahora lo quiere con vida —menciono, sirvo un poco de whisky y luego tomo asiento en el sofá.

—No sabemos qué quiere hacer con él, pero anunció que lo quiere vivo.

—Sobre mi cadáver, le hizo daño a mi mujer, se atrevió a tocarla y eso lo pagará con su vida —está decidido, el hombre no sale de este país vivo —¿Cuánto tiempo tengo?

Debo agilizar mi movida si no quiero que André salga ileso.

—No mucho, Harry envió a un puñado de sus hombres, pero sabe que ellos no pueden hacer mucho.

GRACIAS AL ACUERDO. © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora