ISABELLA
Cuando Benno reveló que mi madre fue quien les permitió hacerme daño no le quise creer, pero algo dentro de mí me decía que ella era capaz de eso y más. Todas esas palabras me han traído recuerdos de mi infancia y palabras de mi madre que quise olvidar.
—Quítate de mi vista.
Los desplantes que me hacía mi madre, las quejas que le daba a mi padre por mi comportamiento.
—Por tu culpa tu hermano, mi hijo está muerto.
—Me estás molestando Isabella, desaparece de mi vista.
—¿Quién te dijo que quería flores? Enciérrate en tu habitación y no salgas hasta que te lo permita.
¿Cómo es posible que pueda recordar todo eso? Se supone que olvidamos parte de lo que vivimos cuando éramos niños.
—Fue ella quien, hecho a perder el proyecto, no sé cómo una maldita niña de ocho años podría hacer eso.
—Maldita sea, la enviaré a Inglaterra, estoy harta de verla.
Eso se lo escuché decir a mi madre, pero lo ignoré cuando llego a mi habitación y me habló de la manera más dulce que existe prometiendo que volvería en menos de dos años y esos jodidos dos años se convirtieron en doce, donde gane un trauma de por vida.
El día de mi cumpleaños llamé a Violeta y le conté lo que dijo Benno y le pregunté si era adecuado reunirme con mi madre y enfrentarla sobre esto. No dudo en decirme que sería difícil, pero sería un gran paso para llegar a eso que buscamos desde la primera sesión.
Decidí no comunicarme con mi madre ese día, no quería arruinar lo que Ronald tuviera para mí, así que lo deje para el siguiente día, pero el siguiente se convirtió en el siguiente y así hasta que llevo diez días retrasando la llamada, pero hoy le daré fin a eso.
—Tengo una reunión esta tarde —dice Ronald mientras acomoda su corbata —¿quieres venir conmigo?
—No, voy a llamar a mi madre y luego llevaré a los cachorros al veterinario.
El último día de nuestra luna de miel me enamoré de un cachorro que resultó ser una cachorra la cual apenas llegó a la mansión, se enamoró de mi ron y me hicieron abuela de tres hermosos peludos.
—¿Ya sabes qué harás con ellos?
—Criarlos —admito, él quiere que los regale, pero no soy capaz de dejarlos ir, me he encariñado de todos.
—Dulzura.
—Mi amor —camino hacia él y le doy un casto beso antes de hacerle un puchero.
—Son demasiados —insiste.
—Solo son seis contando a Eike y la mansión es lo suficientemente grande para que todos se queden.
—Dulzura, acepte al pulgoso que recogiste en esa pelea —claramente está hablando de mi pequeño ron —acepte traer al pulgoso que resultó siendo una pulgosa.
—Y nos hizo abuelos, entonces no debemos renunciar a ninguno —la resignación nada en sus ojos y oculto mi sonrisa.
—No quiero uno más, si maya tiene un perro más, sé irá junto a sus cachorros —asegura.
—Como digas.
Se aleja de mí tambaleándose un poco.
—¿Aún estás mareado? —Esta mañana despertó indispuesto, igual que la mañana anterior y la anterior a la anterior.
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GRACIAS AL ACUERDO. ©
RomancePrimer libro de la serie amores de la mafia. Mi vida es la que todos quisieran tener, o eso es lo que muchos dicen, yo pienso todo lo contrario, quisiera haber crecido rodeada del amor de mi familia, pero ellos decidieron todo lo contrario. Cuando...