CAPÍTULO 25

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RONALD

Mis reuniones han sido un fracaso total, no he podido concentrarme en nada porque hay una persona en mi cabeza; la rubia invadió mis pensamientos desde la noche anterior, aunque bien podría decirse que fue hace dos años desde que mi padre llegó con sus fotos.

Nunca antes había estado tan desconcentrado y menos había bajado la guardia de esta manera, pero lo que pasó en el comedor todavía se repite en mi mente una y otra vez y no de incómoda, por el contrario, me gusta recordar cada parte de la rubia, su dulce olor y sabor, sus suaves gemidos que fueron incrementando cuanto más le succionaba el pequeño botón que se hinchaba cada vez más.

Cuando sentí su orgasmo en mi boca quise bajarme el pantalón en el instante y hundirme en su coño, pero no quería apresurarme «como si devorar su coño no fuese apresurado», quiero estar seguro de que esto es lo que ella quiere, que tomó la decisión de quedarse por voluntad propia.

—¿Tan siquiera has escuchado alguna parte de lo que te he dicho? —me pregunta Evans haciendo que termine con mis pensamientos.

—Sí —respondo sin saber lo que estaba diciendo todo este tiempo.

—No has escuchado nada de lo que te dije, si fuese así estarías cortandole la cabeza a tu tío en este momento —habla nuevamente.

—No voy a gastar energías con Charles, tengo cosas más importantes en este momento —hablo —como por ejemplo ¿conseguiste la información del tipo? —pregunto esta vez.

—Cada detalle —menciona —aunque no sé cuál era la insistencia en eso, estoy seguro de que sea lo que sea podía esperar.

—Evans. Cada orden que doy, cada trabajo que hacen por más mínimo que te parezca tiene un gran propósito y te aseguro que este hombre no puede esperar ni un segundo —aseveró —ahora dame toda la información.

—Antes de decirte cualquier cosa —habla —¿tiene esto que ver con la barbie? —empieza a cabrearme, no es necesario que esté al tanto de cada cosa que hago.

—No debería importarte quien esté involucrado —manifestó —lo único que tienes que hacer es seguir cada una de mis órdenes. Si no tienes claro esto puedo prescindir de ti.

Odio que me jodan y cuestionen cada cosa que hago, aunque Evans sea mi amigo, debe saber que todo tiene un límite y que en este negocio no voy a confiar ni en mi sobra. Mucho menos le revelaré el porqué la necesidad de conseguir la información sobre ese tipo.

—No quise intervenir entre tus planes —habla entre dientes —El hombre se llama Fred Miller, sesenta años, dueño de una de las petroleras más grandes del país.

—¿Familia? —pregunto.

—Esposa y dos hijos; su hijo mayor se encarga de los negocios aquí en Berlín, el otro se encuentra en Estados Unidos estudiando en la Universidad de Yale.

—¿Algunas de mis empresas se relacionan con esa familia?

—Hace mucho manejaba negocios con tu padre, pero hubo un conflicto que hizo romper cualquier trato con ellos.

—Programa una reunión y diles que me interesa hablar de negocios.

—¿Estás seguro?

—¿Alguna vez seguirás mis órdenes sin que resulte una pregunta de por medio? —preguntó exasperado.

—Lo pregunto porque tu padre fue quien cortó tratos con él.

—Ahora yo soy el jefe de toda es mierda —me levanto antes de volver hablar —entonces levanta tu culo y programa una reunión con los Miller.

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