Candela nunca a creído en lo sobrenatural y mucho menos en la brujería, pero en su último año de secundaria siente una extraña atracción por Lilia, una de las chicas populares de su clase. Ella tendrá que aprender a diferenciar lo real de lo irreal.
Si hubiera sabido que todo comenzaría por un estúpido collar de cristal, jamás hubiera permitido que ella lo tocara. Pensé que estaba volviéndome loca por los sentimientos absurdos que empezaban a surgir dentro de mí por ella, quizás los constantes golpes del balón infringidos por Fernando o las novelas que solía leer en las tardes estaban volviendo un lío mi cabeza y me llevaban poco a poco a la locura.
Siempre la vi como una chica rara y algo chiflada y en ocasiones me transmitía una vibra algo extraña y oscura. Trataba de ignorarla, trataba, pero supongo que los intentos no fueron suficientes para mantenerla alejada de mí. Lilia se convirtió en mi tormento personal y lo peor era que tenía que estar en un mismo salón encerrada junto a ella.
Mis amigos me advirtieron que algo me pasó, me lo dijeron mil veces y nunca lo creí posible; siempre he sido escéptica en ese ámbito y nunca creí en lo paranormal, ni en los fantasmas, ni en las ouija, y mucho menos... en las brujas.
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