Capitulo 18

1.9K 163 13
                                    

Siento el frío del agua debajo de mis pies, el eco de las gotas cayendo atormenta mis oídos, el lugar está prácticamente a oscuras solo una fina línea de luz ilumina escasamente el lugar, tengo miedo, mi corazón retumba en mi pecho, no me gusta la...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Siento el frío del agua debajo de mis pies, el eco de las gotas cayendo atormenta mis oídos, el lugar está prácticamente a oscuras solo una fina línea de luz ilumina escasamente el lugar, tengo miedo, mi corazón retumba en mi pecho, no me gusta la oscuridad, la detesto, no quiero moverme, pero tampoco quiero seguir aquí, puedo sentir como algo se desliza hacía arriba por una de mis piernas desnudas, está helado y húmedo, se enrosca con algo de fuerza y tiemblo cuando se detiene por completo en mi muslo, no me atrevo a tocar lo que no logro ver, aprieto mis puños a mis costados sin saber que hacer, lo que sea que está en mi pierna se detuvo pero aún lo siento ahí, aferrado a mi piel. Trato de no alterarme cuando oigo un siseo detrás de mi oreja, los vellos de mi nuca se erizan al igual que en el resto de mi cuerpo, aprieto con fuerza los ojos y busco la poca tranquilidad que conservo para no ceder ante la desesperación.

— Pero miren a quien tenemos aquí— una voz se oyó a centímetros de mí, era grave y muy profunda, tanto que incluso prefería seguir escuchando los siseos.— ¿Qué hace una niña como tu en este lugar? Te has alejado demasiado.

Ignóralo, Candela, si lo ignoras desaparecerá.

Una resonante risa se escuchó, haciendo eco en la paredes y en mis oídos.

— ¿Eso es lo que te dice tu abuela? Aunque me ignores puedo escuchar tus pensamientos, todo lo que piensas, tus deseos, tus temores, todo, todo lo veo, niña— sus manos se posaron en mis hombros y fue cuando pude sentir unas largas garras, sus dedos me quemaron cuando hicieron contacto con mi piel, el escozor de la herida me sacó un grito desgarrador que al igual que su voz rebotaron en las paredes que habían al rededor.

— ¿Qué quieres?— pregunté con voz lastimera, alejándome de lo que sea que fuese ese ser.

¿Qué es lo que quiero?— repitió la pregunta con serenidad, casi como si meditara las palabras— En realidad no quiero nada de los mortales, pero tu eres... un ser interesante, me da curiosidad saber el porque ella está tan obsesionada contigo.

— ¿Ella? ¿Quién es ella?.

— ¿No lo sabes?— retrocedí cuando su aliento chocó contra mi cara, alcé la mirada por la impresión que me causó nuevamente su cercanía solo que ahora dos farolas encendidas me observaban en la oscuridad como un cazador hambriento, mi cuerpo chocó contra la húmeda pared, un líquido corrió por mi espalda, era pesado y pegajoso, olía horrible, putrefacto, bajaba lentamente por la parte de atrás de mis brazos, por mis piernas, mojaba mi cabello, mis hombros y parte de mi cuello— Eres una chica muy peculiar, aún cuando estás asustada no buscas ayuda en Dios, la mayoría de humanos lo hacen, su nombre está presente en tu cabeza pero no lo llamas ¿Has perdido acaso la fe?.

— Eso no te importa.

— Claro que si lo hace humana, es una suerte que estés bajo su protección... por ahora. Si fuera tu andaría con cuidado, una sola palabra tuya y serás nuestra.

Mi Último añoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora