Capitulo 14

1.9K 182 19
                                    

Cuando quisimos volver el sol ya había bajado considerablemente, el cielo empezaba a oscurecer y una brisa fría recorría mi cuerpo haciéndome estremecer; ni siquiera caminé, más bien diría que corrí a casa de mi abuela

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando quisimos volver el sol ya había bajado considerablemente, el cielo empezaba a oscurecer y una brisa fría recorría mi cuerpo haciéndome estremecer; ni siquiera caminé, más bien diría que corrí a casa de mi abuela. Necesitaba quitarme está sensación tan ajena a mí que tenía en el pecho.

— Abuela— tiré una vista rápida a la sala, divisando su cuerpo en el sofá— Abuela, necesito hacerte un pregunta.—la mirada de mi abuela viajó de Fernando a mí, sus ojos reflejaban la preocupación que empezaba a crearse en ella y quise darme un golpe por preocuparla de ese modo— No es nada grave, solo... solo es simple curiosidad.

— ¿Qué pasa?.

— ¿Tu, tu crees en las brujas?— entré de a poco al terreno.

Ella asintió, lo cual para mí fue un alivio.

— Si ¿Por qué la pregunta? Tu no crees en eso, Candela.

— Abuela, verás...— antes de continuar me detuve para indicarle a Fernando con la mirada que se retirara con las niñas; no era buena idea hablar con ellas cerca. Cuando desapareció con ellas por los pasillos, continué— Bueno, creo, creo que algo raro me está pasando. Yo... yo siento emociones que no son mías o eso pienso, y quisiera hacerte unas preguntas.

No sabía como tomar las riendas de esta conversación, ni como hacer las preguntas correctamente sin sentirme ajena a esto. Se que la maldad existe, pero siempre he permanecido lo más alejada posible de esos temas porque no me gustan; hace unos años recuerdo que Fernando y yo nos profundizamos en el ocultismo y de cierta manera me gustó, pero ya ese tiempo pasó. Ahora lo más cerca que he estado de eso es cada que veo una película de terror.

— Ela, mi niña ¿Qué te pasa? Los últimos días te he notado perturbada— sus manos tomaron las mías para parar el movimiento que tenían.

Alejé todos los pensamientos intrusivos de mi cabeza para poder abrirme con ella— Mira— suspiré para tranquilizarme un poco— He estado soñado con una chica y cada vez esos sueños se sientes más reales; no quería hablarte sobre esto porque no quería que pensaras que estaba loca, pero anoche ella, ella gritó y se sintió tan real, casi como si ella estuviera en mi habitación. Todavía escucho su grito, abuela.

— Shh, cálmate— susurró atrayéndome a ella en un cálido abrazo que yo correspondí, escondiendo mi cabeza en la unión de su cuello y hombro— Quiero que continúes.

— Yo trato de ignorarlos, pero ya se me está volviendo difícil hacerlo, no he podido dormir bien tampoco porque temo hacerlo y encontrármela en mis sueños otra vez— callé abruptamente, sacando mi cabeza del escondite improvisado que hice en el cuerpo de mi abuela para mirarla a los ojos— No me gusta, de eso estoy segura, pero mis sentimientos me confunden y ya no se que hacer. Cuando ella está cerca tengo esa necesidad extraña de acercarme, y se que no es mía. No puede ser mía esa necesidad porque no me gusta.

— Entiendo.

Me dejó en el sofá para caminar hacia el pasillo y desaparecer en su habitación. Yo me quedé ahí hecha un manojo de nervios; no sabía que pensaba ahora de mí mi abuela. ¿Pensara que estoy loca? O ¿Qué me gustan las mujeres? Bueno eso no es un secreto para mis amigos, pero no quiero que mi familia lo sepa todavía, en especial mi papá: se cuanto resentimiento les guarda a esas personas. Esperé ahí sentada, incapaz de mover siquiera un dedo, ni siquiera Fernando estaba a la vista; podía escuchar el ruido de las niñas jugando, pero no las alcanzaba a ver.

Mi Último añoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora