Capitulo 26

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El sol a la hora de la salida es horrible, hace un calor infernal aquí, siento como me oscureceré dos tonos más, tendré que comprarme un bloqueador definitivamente o si no perderé mi color pálido anímico en menos de un parpadeo

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El sol a la hora de la salida es horrible, hace un calor infernal aquí, siento como me oscureceré dos tonos más, tendré que comprarme un bloqueador definitivamente o si no perderé mi color pálido anímico en menos de un parpadeo... o bueno, quizás estoy exagerando un poco; apenas escucho el timbre salgo y espero a mi hermana para irnos a casa de la abuela, necesito respuestas y necesito que me diga lo que quedó a medias la otra vez ¿Cómo ella sabe todas esas cosas? ¿Cómo supo que hacer? Y ¿Por qué yo escucho murmullos incoherentes de la nada? Además, me preocupa lo que le está pasando a Anaís, el miedo en sus ojos... eso, eso no era algo imaginario y me preocupa, me preocupa que algo que no puedo ver esté molestando a mi hermanita. Ani siempre a hablado con cosas que no están realmente ahí, pero creí que eran amigos imaginarios o algún invento de su cabeza para llamar la atención; Dios, cuando pienso en todo esto vienen a mi mente todas esas películas de suspenso que veía con papá en sus tiempos libres, él me decía que nada de eso era real, que no había nada que temer, sin embargo, estoy empezando a creer que eso si es real y que es la ignorancia la que no nos permite abrir los ojos ante todo eso.

Trueno mis dedos, al menos los de la mano derecha y si bien no suenas todos, el sonido de los que suenan me relaja por así decirlo, no quiero joder aún más mi labio, esta mañana lo he hecho sangrar dos veces y ayer... bueno, ayer también me lo he mordido con fuerza, me duele, pero con todo y eso no puedo dejar de hacerlo, lo he intentado y duro uno o dos días sin hacerme daño... pero luego vuelvo a lo mismo.

— ¿Ela, por qué estamos aquí? Papá hoy está en casa— la voz aniñada de mi hermana resuena en mis oídos y me devuelve a la superficie, a detenido sus pasos a solo unas casas de la de mi abuela, sus ojos llenos de curiosidad me observan y yo volteo por un momento hacía atrás para ver quien viene detrás de nosotras, frunzo el ceño al notar que efectivamente la ojos de gato nos sigue de cerca, por lo que jaló a mi Anaís mientras hablo.

— Será rápido, veremos como está y luego podremos volver a casa con papá. ¿Está bien?

Asintió algo dudosa.

— ¿No nos regañará?

— No, al menos no a ti— tiré de su brazo otra vez para que avanzara— Anda, vamos. Ya falta poco.

Mis pasos eras apresurados, aunque claro, intentaba disimularlo un poco, solo cuando llegamos a la puerta de la casa de mi abuela pude relajarme, me sentí como una tonta al ver a Lilia tan relajada, en cambio yo era un manojo de nervios andante cada que estaba cerca de ella y no porqué me gustará, esa chica tenía una vibra demasiado pesada para mi gusto. Nuestra abuela nos abrió con algo de sorpresa por vernos paradas en su puerta, pero aún así no dejó pasar, saludamos a los dos caninos que nos esperaban agitando sus colas frenéticamente y nos sentamos en el sofá nada más por unos minutos, Anaís no pudo quedarse quieta y se fue con los perros a jugar en el patio de la casa. Ya solas, pude sacar todo el aire que tenía acumulado, crucé mis manos entre si y miré a la señora mayor que tenía en frente.

Mi Último añoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora