Después del desastre que fue la revolución bolchevique, todos los soviéticos que pudo encontrar el ejército blanco fueron capturados, obligados a huir del país o asesinados. A pesar de que alguna vez dirigieron la revolución internacional contra la burguesía, todos menos un puñado de socialistas rusos eran ahora un bastión final del marxismo-leninismo: una ideología desacreditada tanto por el gobierno republicano reinante como por los revolucionarios de izquierda ahora enamorados de las exitosas revoluciones sindicalistas de Francia y Gran Bretaña. Si bien la Rusia soviética desapareció hace mucho tiempo, el socialismo ruso aún no ha muerto. Ahora a cargo de una revolución no planificada en el oeste de Rusia, la República Socialista Rusa ahora se erige como la última esperanza del socialismo en Europa del Este contra las fuerzas reaccionarias. El tiempo dirá si el incipiente gobierno es un sucesor verdaderamente digno de la revolución de Lenin.
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