Thomas Connor

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Todas las noches eran iguales para aquel hombre. Llegaba a casa a las 8 de la noche, casi siempre, en ocasiones, llegaba más tarde. Pero su rutina siempre era la misma.

Llegaba a casa, la mayoría de veces siempre ensopado de agua ya que todas las mañanas olvidaba llevar su paraguas al trabajo, y para cuando volvía, ya era demasiado tarde pues la lluvia lo tomaba por sorpresa, de nuevo. No es como que realmente le importara... de todas las cosas que cruzaban su cabeza, eso era lo de menos.

Al llegar a casa, abría la puerta para ser recibido por su fiel compañero... su perro ya estaba tan viejo como el... pero siempre estaban muy felices de verse el uno al otro y reencontrarse nuevamente. Al hombre se le marcaba una ligera sonrisa en los labios mientras las gotas de agua resbalaban sobre su piel.

Lo primero que hacía era quitarse los zapatos y dejarlos junto a la puerta para poder caminar descalzo, después caminaba hacia la cocina para darle de cenar a su compañero, al hacerlo subía las escaleras sin ningún ánimo o interés por vivir.

Entraba a su habitación, lanzando su maletín de trabajo sobre la cama. Con un suspiro lleno de decepción se miraba frente al espejo, desvistiendose lentamente hasta quedar completamente despojado de su uniforme mojado. Solo le tomaba un par de segundos para sentir asco por su propio cuerpo, asco, tal vez vergüenza y arrepentimiento. Cada herida cicatrizada que se encontraba sobre su torso, permanecía ahí para recordarle las peores pesadillas que había experimentado en su vida. Claramente esto lo deprimia, bastante. Sus ojos únicamente reflejaban el vacío enorme en el que vivía.

Muchas veces lo llegaba a pensar, pudo haber terminado con todo ese mismo día, una bala en el cráneo pudo haberle disuelto cientos de traumas, nadie le hubiese tomado importancia a su ausencia... pero de no ser por su perro, el único que lo motivaba a seguir adelante con algo de esperanza, cada vez que lo miraba a los ojos, había algo en el que le decía: "Ten paciencia, ya llegará algún día aquello que tanto anhelas".

El hombre mantuvo su mente en blanco lo más que pudo, pero al entrar a la regadera, sus recuerdos y pensamientos fluyeron igual que el agua. Duro casi una hora ahí dentro, pensando en todo lo que salió mal en su vida, preguntándose que pudo haber hecho para merecer todo eso por lo que ha pasado. ¿Realmente lo merecía? A pesar de ser cristiano desde toda su vida, no podía evitar ese repentino odio hacia Dios, cuestionando todo en lo que creía.

Después de salir del baño se vistió para dormir, aunque no se iría a acostar sin antes cenar algo, así que nuevamente fue a la cocina por un bocadillo y a los minutos volvió a su recamara con una botella de whisky... esa era su cena. Sabía que no valía la pena distraer sus problemas de esa manera, pero realmente no quería hacerlo de otra manera.

Bebió hasta casi terminarse la botella. El hombre no parecía estar ebrio pero realmente lo estaba, no necesitaba mantenerse de pie ya que finalmente había caído rendido sobre la cama quedando profundamente dormido. La mañana siguiente fue un dolor de cabeza alistarse para ir al trabajo, y al llegar completamente crudo, muchos lo notaron pero pocos lo mencionaron. Así era la vida de este sujeto.

HELL'S STUDIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora