Capítulo 9 - ¡Bon Appétit, perras!

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_ Entonces... ¿Lo conociste finalmente?

Jonathan asintió:

_ ¿Y te dejó una propina exorbitante?

_ Si.

_ ¿Y qué te pareció? ¿Es la bestia que asegurabas hace unos días que era?

El rostro de Jonathan mostraba cierta indecisión:

_ No lo sé. Realmente no es que lo haya conocido. Serví sus bebidas, llevé y recogí sus platos y estuve allí, apenas visible, como se supone que debe ser un buen mesero.

_ Vamos, eso siempre se sabe. Si quieres saber cómo es verdaderamente alguien con dinero, solo presta atención a cómo trata a quienes le sirven.

Jonathan alzó los hombros:

_ Fue amable. O sea, muy correcto y serio.

Devon torció la boca en una media sonrisa al preguntar esta vez:

_ ¿Y es tan guapetón en vida real a como se ve en las fotos?

_ Pues... sí... normal

Devon se detuvo, observando a Jonathan por encima de las gafas:

_ ¿Qué coño significa eso?... Nooorrrmal.

Jonathan puso los ojos en blanco.

No tenían más clases. Calvin se había ido a pasear con su madre y sus dos hermanas, que habían ido a visitarlo, y Vivian tenía trabajo pendiente de varias materias. Randy seguía sin dar señales de querer unirse al grupo. Devon y Jonathan habían salido a dar una vuelta por la ciudad. Momentos como aquel les recordaba lo especial que era la amistad entre ambos. Había cosas que Jonathan se sentía mucho más a gusto compartiéndolas con Devon que con los otros:

_ Pues eso... Normal. Es un tipo guapo, con dinero, punto... ¿Qué más quieres que diga?

En el semblante de Devon floreció una sonrisita pícara. Jonathan se sintió incómodo:

_ ¿Por qué sonríes así?

_ ¿Así cómo?

_ No te hagas. Te conozco. Puedo descifrar muchas cosas con solo ver tu cara.

_ Pues descifra qué estoy pensando ahora, Sabelotodo._ se mofó Devon retomando la marcha y tirando de Jonathan.

Pasaron frente a un pequeño puesto de flores de una anciana y Jonathan se detuvo a comprar una rosa con un tallo larguísimo. Le encantaban las rosas. Le hacían recordar a su madre que igualmente las amaba. Pagó a la mujer y siguieron caminando, mientras se llevaba la flor a la nariz:

_ Ya que nadie me las regala, pues yo mismo me las obsequio._ declaró al ver que Devon lo estaba mirando fijamente.

_ ¿Aún tienes la lista?_ preguntó de repente._ La lista que hiciste a los dieciocho, donde ponías las cosas que te gustaría hacer con tu pareja perfecta.

Jonathan cambió de color:

_ Ah, esa lista. No sé... Creo que la perdí o la boté. Ya no recuerdo.

Devon lo observó por unos segundos y su mirada se iluminó tras los lentes:

_ ¡Ay no puede ser! ¡Todavía la tienes! ¡No puedo creerlo!

Incapaz de negarlo, porque solo empeoraría el carácter de Devon y aumentaría sus burlas, Jonathan resopló, poniendo los ojos en blanco:

_ ¡Bueno sí! ¡Aún la tengo guardada en mi billetera! ¿Tiene algo de malo?

EN LOS BRAZOS DE LA BESTIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora