Capítulo 7 - El café no cura la resaca

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♪...Loving can hurt
Loving can hurt sometimes
But it's the only thing that I know
When it gets hard
You know, it can get hard sometimes
It is the only thing that makes us feel alive...♫

Jonathan sonrió en sueños y se movió entre la tibieza de las sábanas mientras abrazaba la almohada y disfrutaba de la canción que le llegaba desde muy lejos, pero que le llenaba de emoción, puesto que se trataba de uno de sus temas musicales preferidos. Despertar en la mañana con la voz de Ed Sheeran era su forma favorita de comenzar el día. Lástima que aquel murmullo de fondo, como de agua cayendo de una ducha no le dejara disfrutar del todo de la canc...

¡Un momento...!

¿Ducha? ¿Cama? Los ojos de Jonathan se abrieron desmesuradamente y una ola de terror invadió de inmediato su cuerpo. Con mucho sigilo movió la cabeza y miró donde se encontraba. No, definitivamente aquella no era la minúscula habitación de su apartamento. Aunque era una estancia pequeña, parecía mucho mayor que la suya propia, que compartía además con sus hermanitos. Las cortinas estaban corridas y la luz entraba a raudales, lastimándole los ojos. Fue entonces consciente del dolor de cabeza que le martilleaba con fuerza, como si alguien sonara un gong chino mientras se sentaba sobre su cerebro, aplastándolo violentamente... ¿Cuánto había bebido la noche anterior? ¿Dónde estaba? Y lo más importante... ¿Con quién estaba?

Aquel no era el pequeño piso rentado que compartían Devon, Calvin y Vivian. Y mucho menos la lujosa casa de Randy, propiedad de su familia. Levantó las sábanas y respiró aliviado. Estaba vestido, o sea que, aparentemente, no había sucedido nada. Para salir de dudas metió una mano dentro del calzoncillo y manoseó su miembro semi erecto. No había señales de secreciones pegajosas. Tanteó su trasero. No, todo estaba normal. Pero seguía preguntándose dónde carajos estaba y quién era la persona que estaba en la ducha. Vio su propia cartera, el teléfono y las llaves encima de la pequeña mesilla de noche junto a la cama y quiso tomarla, pero el agua de la ducha dejó de caer y el rumor de pasos que se aproximaban le hizo acostarse nuevamente a toda velocidad y cubrirse parcialmente con las sábanas. Intentó calmar su respiración y dar la inocente apariencia de seguir profundamente dormido.

A través de los dedos entreabiertos de una mano que había colocado estratégicamente ante su rostro para tener un poco de discreta visibilidad, Jonathan vio a alguien entrando a la recámara y contuvo una exhalación. Ok, si se había marchado del club en compañía de ese tipazo, tenía que haber estado más que borracho como para no recordarlo.

Aquel hombre era muy alto y musculoso, e iba semidesnudo, con una toalla anudada a la cintura. Con una mano sostenía su teléfono, del que seguía saliendo la voz de Ed Sheeran cantando Photograph, y con la otra se frotaba los rizos castaños claros con una segunda toalla. Jonathan cerró los ojos cuando el sujeto le lanzó una mirada y rezó para que no pudiera escuchar los desbocados latidos de su corazón, a punto de saltar de su pecho y escapar corriendo de allí.

La canción se cortó de repente cuando comenzó a entrarle una llamada. Entreabrió despacio los ojos y vio que el hombre estaba parado ante la ventana, con el teléfono al oído:

_ ¿Hiciste lo que te mandé?... ¿Estuvo de acuerdo?... Buen trabajo entonces... ¿A qué hora le dijiste que fuera a la entrevista?... Muy bien... No te preocupes que allí pienso estar mucho antes.

Colgó, arrojó el teléfono y la toalla con la que se secaba los cabellos sobre una silla y acto seguido se quitó la que le rodeaba la cintura. Jonathan estuvo a punto de gemir. Su boca dibujó un wow silencioso y apretó las sábanas con las manos, sin poder quitarle los ojos de encima.

Menudo culaso tenía ese tipo, y su espalda ancha y corpulenta le cortaba la respiración. Por supuesto que no podían haber tenido sexo, de otra manera Jonathan se sentiría destrozado. Semejante monumento de hombre encima de su cuerpo tenía que dejar alguna huella, y él se sentía normal, aparte de aquella terrible resaca que le quemaba la garganta y continuaba haciendo sonar el gong chino dentro su cabeza.

EN LOS BRAZOS DE LA BESTIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora