A ritmo de la estridente música electrónica, bañados por un torrencial aguacero de parpadeantes luces multicolores, los cuerpos sudorosos se movían en la pista con un derroche de sensualidad poco común en personas del sexo masculino, sobre todo, teniendo en cuenta la poca presencia femenina que había en el lugar.
SEXYDANCE era el club gay de moda. Según las opiniones, el sitio perfecto para bailar, consumir alcohol, drogas y tener mucho, mucho sexo en las áreas destinadas para ello. Aunque era frecuentado mayoritariamente por hombres gais, también numerosas lesbianas acudían al local, ubicado en un callejón aledaño a una céntrica avenida. Tenía un amplio salón para bailar, y apartadas en los rincones había pequeñas mesas para los que gustaban de sentarse tranquilamente a ver bailar a los otros o disfrutar tranquilamente de sus bebidas. Había una pequeña tarima para shows eventuales, y sobre todo, para la exhibición de los gogo dances o concursos que se realizaban de cuando en cuando. (El pene más grande, la drag queen más espectacular, el bailarín más hot...)
A través de una escalera de metal se ascendía a una amplia plataforma superior, conocida como la zona V.I.P., allí solo tenían acceso personas con membrecía especial, e incluía atención privilegiada de los camareros y gogo dances exclusivos.
En la barra, un solícito y apuesto bartender preparaba tragos y cocteles a ritmo de la música. Tanto él como los juveniles y sensuales camareros que deambulaban entre la multitud con bandejas de metal distribuyendo vasos y copas, llevaban conjuntos de cuero negro.
Particularmente aquella noche estaba muy concurrido el club, puesto que era Noche de Máscaras. Una de las características que hacían al SEXYDANCE más popular por encima de otros clubes similares, era la variedad de fiestas temáticas que ofrecía a sus asistentes, lo cual resultaba en una novedad constante que al público fascinaba. Aquella noche, máscaras o antifaces se veían por doquier. Los atractivísimos gogo dances bailaban sobre mesas, jaulas o elevadas plataformas, bañados por las luces de colores que daban fantásticos matices a sus esculturales cuerpos semidesnudos que se movían cuál invitación al baile... o al sexo.
Belleza, brillo, colorido... El SEXYDANCE era esa noche, como otras tantas, una auténtica explosión de celebración al erotismo, la vida y la alegría.
Junto a la barra del bar, cuatro sujetos bebían tranquilamente mientras observaban los cuerpos que se movían. Uno de ellos daba sorbos a un Shirley Temple y llevaba una máscara veneciana de bufón, cuyos cascabeles se movían de vez en cuando con un suave tintineo; otro se deleitaba con un trago margarita en una copa y llevaba un antifaz azul oscuro con un penacho de plumas de pavo real. A su lado, una muchacha lucía también un sencillo antifaz, cubierto de purpurina roja y degustaba un vodka a las rocas. El cuarto se había despojado de una tétrica máscara de calavera colocándola sobre la barra, junto con su vaso de whisky. El del antifaz con el penacho de plumas dejó de chupar la pajilla de su copa y dijo con un tono de voz chillón y remilgado:
_ En serio, Randy. Solo a ti se te ocurre traer esa horrible cosa. Es Noche de Máscaras, no Halloween.
Por respuesta, Randy chasqueó la lengua y se limitó a seguir con la vista a un musculoso sujeto con el torso desnudo que pasó junto a ellos y le devolvió la mirada de un modo febril. Al verse ignorado, el otro siguió con su perorata con más bríos:
_ ¿De qué sirve hacer una fiesta temática si no se siguen las normas de etiqueta de la fiesta?
La muchacha del antifaz rojo lanzó un eructo grotesco luego de terminar su trago:
_ En serio Calvin ¿Puedes dejar de ser tan intenso al menos cinco segundos de tu patética vida?
Calvin demostró su insulto con un gesto exagerado al llevarse una mano al pecho:
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EN LOS BRAZOS DE LA BESTIA
Roman d'amourJonathan Doyle soñaba con enamorarse de un hombre que fuera capaz de amarlo también, aunque ya hubiese perdido la ilusión y las esperanzas en el amor luego de que su ex lo abandonara. Por supuesto que David MacMillan, el multimillonario más joven de...