30. LA CARTA

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Santa Biblia Reina Valera 1960 - Cantares 1
15 He aquí que tú eres hermosa, amiga mía;
He aquí eres bella; tus ojos son como palomas.


Llegó a casa super cansada y agotada, aunque no corporalmente, si no mentalmente.

Después de que Deimond revelará que es J2, no lo volví a ver en todo el día, tampoco a los J5, era como si se los hubiera tragado la tierra.

Aunque pensar eso no se me hace gracia, si algo así le pasará a ese J5, supongo que no sería tan malo después de todo.

Miro las escaleras con la intención de subir a mi habitación y así evitar el cuestionamiento de mamá, pero tengo tantas cosas en la mente que hasta la cabeza me pesa.

«Creo que es mejor descansar aquí».

Suelto el bolso en el suelo y me dejó caer en el mueble.

Es una pena que ya los muebles no sean tan costosos y finos, como los que teníamos en París, desde que viajamos a los Angeles California, nuestra economía a menguado mucho y no sé exactamente porque, ya ni siquiera tenemos una casa grande, ni siquiera tiene un portón, tampoco tenemos gente a nuestra disposición que nos sirva, ahora mi madre se encarga de la cocina y eso es algo bastante curioso.

Mamá era una de las personas que no se atrevía a poner un solo pie en la cocina para cocinar.

Cierro los ojos y me dejó llevar por el sueño que comienza a llegar lentamente, también es culpa de la ópera que escucha mi madre a todo volumen, con esa música es imposible no dormirse.

Media hora después.

Siento que me mueven, pero me niego a despertar.

—¿Desde cuándo la sala se convirtió en alcoba? —escucho la voz de mi madre a la lejanía, aunque a decir verdad es la que me está moviendo.

—uumm —me remuevo sin abrir los ojos.

—si vas a dormir tanto, debería de ser en tu habitación, estás arruinando los muebles —se queja mamá.

«¿Desde cuándo le preocupa los muebles?».

Cierto, desde que nos instalamos aquí, no hemos vuelto a hacer renovaciones.

Ni siquiera e cambiado de closet.

Definitivamente estamos quedando en la ruina silenciosamente.

Las cosas se están yendo, pero no volviendo.

Así como el costoso auto de mamá.

Dijo que lo vendería para supuestamente comprarse otro, pero ese otro se quedó en veremos y ya va para un año.

Es más, ni siquiera se habla de ese tema.

«¿Acaso fue un error renunciar al modelaje?».

Por un momento me vislumbre en la inmunda, rogándole clemencia a Tirsa, pero inmediatamente disipe esos pensamientos.

Trate de seguir durmiendo, pero me era imposible, considerando que mamá estaba quejándose y hablaba mas que la mamá de mister trans.

—de acuerdo —sigue hablando mamá —entonces votaré la carta si no te importa.

Abro los ojos de inmediato, el sueño se disipa.

—¿De que carta hablas? —me había perdido en su cantaleta.

—de está —responde mamá entregándome un sobre.

Me quedo mirando el sobre, pero este no tiene el remitente por ningún lado, miro a mamá confundida.

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