9. UN LINDO SUEÑO

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Santa Biblia Reina Valera 1960 - Jeremías 31
26 En esto me desperté, y vi, y mi sueño me fue agradable.


Jamás en mi vida había visto a alguien así como ella.

Es una señora regordeta, tiene una barriga enorme en la que creo que lleva cuatro bebés, además tiene unas piernas grandotas o mejor gordotas.

Es tan pero tan gorda que no creo que allá silla o cama que la aguante.

Una sonrisa apareció en sus labios al vernos, pero en vez de verse amable, se vio aterradora.

Nada que ver con la dulce sonrisa de mamá.

Los llantos de Zuar aumentaron al ver su sonrisa, el como yo, también estaba aterrado.

Annie se quedó atónita y lo único que hizo fue esconderse detrás de Zuar, como si de esa manera, aquella mujer no fuera a verla.

A mi mente vino el cuento de Hansel y Gretel a los cuales la bruja se los quería comer.

Es un cuento que nos contó la profesora, pero mamá dijo que eso era mentira, que no creyéramos en cuentos si no en la biblia.

—hola niños —saluda.

Su voz resultó ser peor que su sonrisa, es una voz ronca y áspera.

—aaaaahhhhh —fue la respuesta que recibió por parte de Annie que comenzó a gritar aterrorizada.

Por mi parte también estaba temblando y mi lengua se pegó a mi paladar, no entiendo nada de lo que está pasando, solo se que tengo mucho miedo y extraño mi casa.

Lo único que quiero es ir a casa.

—¿Que? —dice mirandome haciendo que mi corazón se detenga. —no me digas que se te comieron la lengua los ratones.

Yo niego con la cabeza, mientras que no dejo de temblar.

—entonces ¿Sus padres no les enseñaron a hablar?. —vuelve a preguntar.

Yo bajo la mirada.

Al no obtener respuesta continua hablando.

—en fin, no vine a perder el tiempo con ustedes, vamos, sigamen les indicaré cual es su habitación para que duerman.

Todos la miramos pero ninguno se atreve a seguirla.

Yo comienzo a retroceder hasta terminar al lado de Mibsan.

Los mellizos se apegan más a mi.

—¿Salen o los sacó? —pregunta aquella mujer con impaciencia.

Mi temblor se hace mayor y las lágrimas salen de mis ojos en silencio mientras que el llanto de los mellizos se intensifica.

Me acurrucó al lado de Mibsan y vuelvo a moverlo.

El pobre está sudando, sus cabellos están pegados a su frente, sus labios están partidos y sus mejillas rojas.

«Mibsan por favor despierta».

Hablo mentalmente angustiada, con la esperanza de que el me pueda oír.

Aquella mujer comienza a acercarse, y el miedo es peor, jamás e tratado con personas extrañas.

—creo que olvide presentarme —dice al estar más cerca de nosotros.

—no impota quen eles —grita Annie —nosotos quelemos a mamá.

No podría estar más de acuerdo.

—y...y...y a papá —dice Zuar tartamudeando.

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