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Alya

Estaba yendo a rendir con mas fé que conocimiento. No había dormido en toda la noche y sin embargo no pude terminar de estudiar la unidad. Traté de memorizar lo que me quedaba en el ascensor y durante el camino, sin embargo cuando entré al aula que me tocaba, supe que las cosas no iban a salir bien.

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Iván

Alya había entrado a rendir hace cinco minutos, y creo firmemente que estoy mas nerviso yo que ella.

Pensé en lo que me dijo Paulina, tenía que demostrar un interés, asi que decidi escribirle.

Pasé lo que quedaba del tiempo ordenando el cuarto tratando de poner mi cabeza en otro lado

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Pasé lo que quedaba del tiempo ordenando el cuarto tratando de poner mi cabeza en otro lado.

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Dos horas después, cuando estaba terminando de barrer sonó el celular.

Tiré la escoba a la mierda y corrí al celular.

Había pasado lo que me daba miedo, a Alya le había ido mal

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Había pasado lo que me daba miedo, a Alya le había ido mal.

Ni siquiera le contesté el mensaje, agarré la billetera y me fuí directo a su casa

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Ni siquiera le contesté el mensaje, agarré la billetera y me fuí directo a su casa. Sabía que si le decía no iba a querer que vaya, así que elegí no decirle nada.

Frené en un kiosco a mitad de cuadra y compré una Cindor con unas Don Satur, como para tratar de levantar un poco el ánimo. Literalmente no tenía idea de lo que estaba haciendo.

Cuando llegué el portero me abrió sin problemas ya que ya me reconocía. Subí el ascensor y toqué la puerta.

Una alya en piyama y llorando me abrió, sentía mucha angustia por que se sienta de esa manera, nunca la había visto así.

—Te voy a matar–. Me dijo.

—No podía no venir–. Contesté.

Me hizo pasar y fuimos a la cocina, ella se sentó mientras yo apoyaba las cosas en la mesada, ni bien lo hice Alya rompió en llanto.

Me quedé mirandola sin saber que hacer, helado. Nunca en mi vida me tocó consolar a alguien, así que simplemente traté de imitar lo que Alya hacia conmigo.

Me acerqué poniendome en el taburete de enfrente y le dí mi mano por encima de la mesa, dejando leves caricias tratando de tranquilizarla.

"Tus gustos, sentimientos y opiniones son algo sumamente importante para mí, quiero que lo sepas" Recordé.

—Necesitas descargarte un poco?–. Pregunté una vez que respiraba mejor.

—Siento que todo lo que hice fue al pedo–. Soltó con la voz rota. —Siento que todo lo que sí estudié bien no sirvió. Y me siento todavía mas idiota porque es mi culpa–.

—Como no va a servir Alya? Por favor.
Son contenidos que ya tenes memorizados y que te van a servir cuando lo tengas que volver a dar–. Me paré y me puse en frente de ella. —No tenes que matarte así, fue un error Alya, no sos ninguna idiota por confundirte u olvidarte de algo–.

Ella no contestó pero seguía llorando, lo que hacía que me ponga aún más nervioso.

Me acerqué nervioso y la envolví en un abrazo, probando suerte y sin saber si lo que estaba haciendo estaba bien. Ella correspondío con una mano en mi cintura dejando caricias.

—Querés ver alguna serie?–. Le pregunté, tratando de distraerla de ese tema lo mas que pueda.

—Vamos al sillón–. Me dijo asintiendo y secándose las últimas lágrimas.

Alya había decidido que sigamos viendo la serie que empezamos cuando me quedé a dormir, así que retomamos Gravity Falls.

Después de varios capitulos la panza me sonó, cuando me fijé la hora eran las seis de la tarde.

—Ya vengo–. Le dije yendomé a la cocina.

Revisé estante por estante hasta que encontré dos tazas y serví la chocolatada que había comprado. Las agarré y, con los dientes, mordí el paquete de galletitas ya que me había quedado sin manos.

Tratando de hacer equlibrio y tratando de no chocarme con ninguna pared, volví al living.

Cuando me vió con las galletitas en la boca Alya estalló de la risa, dejé las tazas en la mesita y ahora si con una mano, se las revolee en la pierna.

—Encima que juego con mi vida para traerte la merienda te reís forra–.

—Perdón perdón–. Se río abriendo el paquete. —Gracias posta, no hacía falta–.

Merendamos viendo la serie y charlando entre risas. Me ponía contento que al menos pudo distraerse un rato.

—Eu Iván–. Dijo haciendo que deje de mirar el capítulo.

—Que pasó?–. Me apoyé en mis rodillas mirandola.

—Gracias por esto, en serio. Aunque te hubiera negado a muerte que vengas, me levantaste mucho el ánimo–. Me sonrió sin dientes

—Estás constantemente preocupandote por mí, no podía dejarte estar sola en un momento así–. Respiré pensando en si decir lo siguiente—Si te soy sincero me sentí nervioso desde que entré. Nunca había tratado de consolar a nadie, asi que no supe que decir ni que hacer–. Confesé.

—Todo lo que hiciste estuvo perfecto, ya podés estar tranquilo. Mil gracias en serio–. Dejó una caricia en mi cara.

—Para eso están los amigos, no?–.

—Obviamente, pero la próxima que caigas a mi departamento estando yo en medio de una crisis no me hago cargo de como reaccione–.

Nos reímos y seguimos viendo la serie hasta que se hizo de noche. Decidí volver a casa ya que quería comer con Carre y Ross (aparte de que me daba vergüenza molestar más de lo debido). Así que nos despedimos con un abrazo rápido y me fuí.

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t amo iván

𝗔𝗻𝘁𝗲𝘀 𝗱𝗲 𝗾𝘂𝗲 𝘀𝗲𝗮 𝘁𝗮𝗿𝗱𝗲 || Spreen ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora