Capítulo VII

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Cassandra no podía creer que estaba a pocos días de cumplir 18 años. Ese año había pasado muy rápido para ella.

Desde que Scott fue mordido habían pasado muchas cosas: enfrentarse a Peter Hale, vencer al titán del Tiempo, el kanima, el secuestro de Percy Jackson, conocer el Campamento Júpiter, bajar al Tártaro, su propio secuestro por gigantes, el viaje a tierras antiguas, Gaia, la manada de Alfas, el darach…

Wow ¿cuántas veces estuve a punto de morir en un año?, se preguntó mientras observaba el techo de su habitación. Era un nuevo récord.

No tardó en levantarse para comenzar ese nuevo día. Después de todo, era noche de travesuras y estaba un poco ansiosa por ver el resultado de la broma de cumpleaños para el entrenador Finstock en la que no pudo ayudar porque seguía con las muletas.

Algo que ponía feliz a la semidiosa era que por fin dejaría de usarlas. Para alguien como ella, el haber estado limitada en sus movimientos fue una tortura.

Fue una larga semana porque si, Jonathan Rossetti solicitó permiso en el instituto justificando su falta a clases con la excusa de un leve resfriado.
Cassandra sentía una leve molestia en la pierna, como si estuviera entumecida, pero nada que no pudiera soportar.

Y otra cosa que la tenía un poco molesta era un mensaje que estuvo esperando por días, aunque desde un número diferente.

Estoy de vuelta.

La semidiosa sabía que había una muy buena explicación al porqué Derek había ignorado sus mensajes y llamadas. Una que quizás no podía decirse por teléfono y que al menos compensará su preocupación porque, sinceramente, casi lo daba por desaparecido y Peter era el culpable.

—Hablando del rey… —murmuró Cassandra al ver el bello camaro estacionado justo frente al edificio.

Apretó la correa de su mochila antes de salir a la calle, debatiendo si acercarse o solo seguir su camino, pero Derek lo hizo más fácil al abrir la puerta del copiloto para que subiera.

Cass no tuvo más opción que hacerlo, sintiéndose extrañamente relajada en cuanto el aroma a cuero de los asientos y el perfume del hombre lobo la rodeó.

Derek avanzó en cuanto la chica se puso el cinturón de seguridad y de inmediato los llenó el silencio.

Cassandra se removió en su asiento, así que suspiró antes de decidir romper el silencio.

—Así que… estas de regreso —comentó lo obvio y Derek escondió una sonrisa. Cassandra soltó un bufido—. No sé qué puedo decir después de que desapareciste por días. ¿Qué fue lo que pasó? Peter tampoco respondió ninguna de las llamadas.

Savage | TW, PJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora