Si creían que haber enfrentado a un druida oscuro, una manada de alfas, un kanima y a un hombre lobo con deseos de venganza fue un reto, lo que ahora venía sería una auténtica odisea.
Los problemas que acechaban a Beacon Hills solo estaban comenzand...
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Pequeños suspiros escapaban de su boca cuando buscaba tomar un poco de aire, sus manos enredadas en los cabellos oscuros a veces hacían un corto camino por su torso antes de regresar a su cuello.
Las propias manos de Derek hacían su camino de reconocimiento por el cuerpo de la semidiosa, pasando por su espalda lentamente hasta que una se detuvo sobre su muslo y la otra se escabulló bajo la blusa sin encontrar resistencia.
La chaqueta del mayor estaba olvidada en algún lugar del asiento trasero del auto y el bolso de la chica tirado bajo el asiento del pasajero.
Cassandra tuvo un poco de razón cuando dijo que el haber estado tanto tiempo sin ningún tipo de contacto entre ambos pasó factura. El que anoche haya roto ese acuerdo silencioso que Derek impuso tras los eventos del darach y los alfas fue el detonante para que ambos dieran rienda suelta a la tensión que parecía rodearlos desde el primer día.
Se habían besado mucho antes, pero nunca pasaron a más porque siempre había algo que lo impedía. Ya fueran los problemas sobrenaturales del último año, los problemas de profecías apocalípticas que la involucraron de alguna manera, secretos y sentimientos que aún no fueron enterrados...
Pero a pesar de todo lo que pasaron, siempre confiaron el uno en el otro, y eso fue suficiente para ambos.
Ahora, tanto Derek como Cassandra habían superado poco a poco los fantasmas que los perseguían, seguían allí, pero ya no tenían poder sobre ellos. Ya no había impedimento para dar rienda suelta a todo lo que habían guardado.
—Es un poco incómodo —dijo Cass en medio de un suspiro cuando los labios del hombre lobo bajaron por su mandíbula a su cuello—. Mis piernas se están adormeciendo.
—Tú te lanzaste sobre mí otra vez cuando me detuve —murmuró Derek contra su pulso, su aliento provocando un escalofrío a la chica. Ambos respiraban entrecortadamente.
—Enrollarnos en tu auto me pareció una buena idea al inicio —dijo Cassandra cerrando los ojos nuevamente cuando Derek volvió a besarla lentamente, dejando una mordida sobre su labio inferior. No pudo contener un nuevo suspiro—. Sigue siendo una buena idea, aunque habría preferido el camaro.
Porque Derek comenzó a usar su camioneta, dejando el hermoso coche abandonado en el garaje.
—El camaro es pequeño —dijo Derek con una media sonrisa mientras la miraba a los ojos, esa sonrisa tomó un tinte casi divertido cuando sus manos la tomaron por el trasero para acercarla más a él. Cassandra lo golpeó levemente en el hombro por su acción—. Te habrías golpeado la cabeza en cuanto cruzaste a mi asiento.
—Eso habría sido vergonzoso —dijo Cass moviéndose en busca de comodidad pero siendo detenida por las manos sobre su cintura. Ahora ella sonrió al ver la mandíbula apretada del hombre lobo—. Lo siento.
