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— Ay perdón. — dije mientras me tocaba la cabeza debido al golpe, pero cundo levanté la mirada me quedé estático.

— Tranquilo pa, no pasa nada.

Mi mala suerte ya es para pensar que alguien me hizo brujería, después de la situación que había pasado me venía a chocar con ellos.

— Para, ¿vos sos el bosterito? — dijo Enzo Fernández.

— Si...

— Deja en paz al pobre pibe hermano. Te dejamos, tenemos que ir a desayunar. — habló Nicolás Otamendi.

Yo no tenía voz para responder, pero apenas desaparecieron me di cuenta de lo estupido que soy.

Seguí mi camino, hasta que empecé a escuchar unas voces y un parlante con, ¿Tini?

Si, definitivamente era Tini. No quise ni dejar que la curiosidad me mate y seguí mi camino, tratando de procesar todo lo que había pasado en solo diez minutos.

Casi te chapas a Agustín, te chocaste con Otamendi y Enzo Fernández, que te reconoció por ser bostero y no solo eso, si no que casi te encontras también con Rodrigo De Paul y Leandro Paredes.

Para que tener enemigos si tenes a tu conciencia, ¿no?

Cerré la puerta y me tiré en la cama, dispuesto a dormir lo que no había podido gracias a los pelotudos de mis amigos .

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Agus:

Mi mente solo podía repetir la misma escena varías veces, los labios de Valen y su olor, tan distintivo.

— ¡¿Agustín?! — me llamo mi entrenador —. ¿Me estas escuchando?

— Si, si, re. — dije despreocupado, pero mucha gracia no le hizo —. ¿Que me decías?

Sonreí mientras suspiraba cansado, pero no pude evitar una mueca al escuchar una canción de Tini y una voz que no creía reconocer.

— Te estaba hablando de eso. — señaló y me di la vuelta.

Claro, algo de todos los días encontrarte con la selección mayor cantando "Un beso en madrid"

Para nada dolidos ellos.

Trate de mantenerme firme cundo vi que él mismo Lionel Messi se acercaba hacia nosotros, probablemente para saludar a Mascherano.

— ¿Que tal Javi? — lo saludó con un abrazo, para después girarse a mí —. Supongo que sos el capitán de la sub veinte. — asentí —. Soy Leo Messi, un gusto.

No me digas amigo, si no no te reconocía.

Agustín Giay, y el gusto es mío.

— Ahora les tengo que presentar a los chicos. — habló mi entrenador —. ¿Estaban todos?

— A mi no me gusta meterme. — gritó Otamendi debido a la música —. Pero hace no menos de cinco minutos vi a uno de los chicos.

— Era el bostero.

Valen.

Mascherano me miró fijo, buscando respuestas en mi mirada preocupada.

— ¿Lo podes ir a buscar? — me preguntó.

Dude en responder, pero conociendo a Barco, no me iba a poder ni ver, es más, ni la puerta me iba a abrir.

por sobre todo lo malo | gialenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora