ten

826 76 8
                                    

Lo tenes que hacer. Se lo tenes que decir. No podes dar más vueltas.

Eso decía su conciencia.

Valentín Barco. Un nombre que promete mucho, solo que el no se da cuenta.

Si no se lo vas a decir porque sos un cagon, levantate.

Las lágrimas caían de la frustración, de la bronca de no poder hacer algo tan simple como comer. Porque hace ya un día entero que no comía nada, y sabía que estaba mal.

Sus pies chocaron con el frío piso del hotel, mientras giraba levemente para ver a su novio, Agustín, dormir tranquilamente al lado suyo.

— Lo hago por vos —el menor suspiró.

Se encaminó hacia la cocina y agarró un plato de comida que había sobrado de la cena y que el no había comido con la excusa de que se sentía mal.

Sentado frente a la mesa, solo.

Quería hacerlo, y se sentía estupido por no poder. Las lágrimas volvían a caer.

— ¿Valen? —escuchó la voz de Julián Álvarez—. ¿Estas bien?

Limpiaba disimuladamente sus lágrimas mientras que el otro se acercaba a la mesa.

— ¿Te sentís mejor? — volvió a sacar tema de conversación—. Porque estás comiendo.

— Ajá —Barco estaba en una batalla interna, pero terminó por hablar un poco mas—. Necesito hablar.

— Sabes que si queres hablar conmigo podes, y yo no cuento nada a nadie. Te lo prometo.

— Me cuesta expresarme, y eso me frustra. Así que perdoname si me trabo mucho.

— Me pasa exactamente lo mismo, pero no te preocupes.

— Hace poco me pesé. —el ambiente se tensó—. Y no me gustó lo que vi —el nueve escuchaba atentamente—. Entonces se me ocurrió comer menos, pero claramente no esperaba que salga así.

Las lágrimas caían nuevamente, y la única manera que encontró Julián de ayudarlo fue con unas simples palabras:

— Ey, estoy acá. No me voy a ir ni te voy a juzgar. Respiremos juntos y seguimos.

Así lo hizo, y cuando se recuperó de los leves espasmos siguió.

— Al principio sólo reduje la cantidad que comía, pero después empecé a saltarme comidas. Normalmente era la cena, porque sentía que era la que más me engordaba. Me iba a dormir temprano para no pensar. Y pude ver como eso afectó mi vida entera, no podía parar, no podía poner frenos, y cuando pensé que nada más me podía pasar, lo peor llegó, vomitaba las comidas, pero tenía mucha hambre y me sentía tan culpable por eso que entraba en un círculo vicioso y obsesivo que al día de hoy no se me ocurre manera de frenar. No se que hacer —el pelirrojo miro al contrario con vergüenza—. Seguro pensas que soy un pelotudo rarito que no puede comer porque es tonto y quiere llamar la atención.

— Yo no sé de donde sacaste eso, pero no es así. Te entiendo y estoy con vos, te apoyo. Pero no puedo evitar decirte que en mi opinión tenes que buscar otro tipo de ayuda, algo más como un nutricionista o un psicólogo. No está mal, yo tengo ambos. Igualmente, decidas lo que decidas yo me quedo al lado tuyo.

— ¿En serio?

— Obvio Valen. Si queres podemos averiguar por un psicólogo o una psicóloga. Yo conozco varias que soy muy profesionales. —hizo una pausa y siguió—. Igual, hagamos esto. Trata de comer ahora lo más que puedas.

— No puedo Juli, soy inútil.

— No, no lo sos. Acordate, respira, que no va a ser fácil pero yo se que podes.

Agarró los cubiertos mientras que cortaba la pechuga y tomaba un poco de agua.

Luego de mil batallas internas y externas terminó con el plato y una sonrisa de placer apareció en su cara.

— Muy bien, ¿viste que si podías?

— ¿Y si tengo más hambre?

— ¿Tenes más hambre?

— Ajá.

— Entonces servite un poco más. No te sientas culpable por comer.

Y así lo hizo, ya no había lágrimas, solo una sonrisa y un estómago contento.

— Gracias, por todo —lo abrazó apoyando la cabeza en su pecho—. Significa mucho para mí.

— Es un placer, y mi novio me está esperando, ya sabes cómo es Enzo. Pero primero te acompaño hasta tu habitación con Agus.

Lavaron el plato porque no querían hacer trabajar a las empleadas tan tarde y subieron por el ascensor.

Barco puso las llaves en la entrada y se encontró con su novio sentado en la cama mirándolo.

— ¿En donde estabas amor?

— Comiendo algo con Juli.

— Oka. Vení.

Valen se sentó sobre las piernas de Giay, mientras que él apoyaba su espalda en la cabecera.

Atacaron los labios del otro en cuanto se miraron. Barco recorría el abdomen del morocho con sus manos, mientras que el mayor agarraba sus caderas dejando leves marcas.

— ¿Siempre se te notaron tanto los huesos ahí? —preguntó.

— Ajá.

Siguieron haciendo lo suyo. Agustín ya no yeni ni remera ni pantalón, mientras que el otro seguía perfectamente vestido.

Quería tocarlo, y Dios, quería sentirlo adentro. Pero sabía que estaba demasiado débil para eso, y si quería mejorar, se iba a tener que aguantar las ganas.

Cuando vió que la cosa se estaba yendo de sus manos, bajó con timidez su mano hasta el miembro contrario.

Pero como era muy cagon se arrepintió al instaste y sacó la mano.

— Perdón, no puedo tener sexo. No ahora.

— ¿Pasó algo que no me contaste y queres contarme?

— Si, pero sólo dejame encontrar el momento y las palabras perfectas, para después hacer que los momentos sean perfectos tambien. —ambos sonrieron.

— Ojalá que esos momentos lleguen muy pronto.

— Cada vez falta menos, Agustinstito.

— ¿A que se debe el buen humor, gruñonsito?

— ¿Disculpame? —dramatizó en joda—. Yo siempre estoy de buen humor.

— Luka no piensa lo mismo.

— No me importa lo que piense Luka Romero —con una sonrisa lo beso apasionadamente y presiono levemente y con más confianza el miembro del mayor.

Este soltó un gemido bastante comprometedor.

— Agus no hice nada, no te pongas así. —el colorado reía— Ahora te aguantas. Nos vamos a dormir.

— Te odio.

— No me odies, yo te amo mucho.

— Yo a veces.

— Que malo sos —le dió otro beso—. Basta. A dormir.

— ¡Como diga!

— Sos un pelotudo.

El morocho acomodó al contrario en su pecho mientras le daba leves besitos en la cabeza.

Si podes, y lo sabes.

Y por primera vez en bastante tiempo, Barco durmió un poco más tranquilo.

——————
Holass.
Puede que el próximo capítulo tenga sexo, pero no lo sé.

Tini.

por sobre todo lo malo | gialenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora