Capítulo 10: La cita

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Es temprano en la mañana y mirando por la ventana del comedor podría pensar que es un día exactamente igual a los anteriores.

Pero no es cierto.

Hoy es mi cita con Finn.

Las nubes se mueven indecisas y debajo de ellas, el aire golpea con fuerza el vidrio que yace justo frente a mí.

El chillido penetra mis oídos.

A lo lejos, escucho una conversación.

Es Irene avisando al personal de la casa que Claire ha caído enferma.

¿Será cierto?

En mi cabeza se reproduce una y otra vez el episodio de ayer. Irene advertía a Claire sobre los peligros de entrar a la habitación gris.

¿Estará Irene involucrada en el asesinato también?

Mientras discuto conmigo misma Jason abre la puerta del jardín y deja una cortadora de césped justo frente a mí.

Jason es el jardinero de la casa. Su edad avanzada lo descarta entre los sospechosos. Además, solo puede ver de un ojo y no parece ser exactamente el tipo de persona que podría desaparecer un cuerpo en cuestión de minutos.

Tiene los ojos arrugados y con dificultad se acerca hasta la mesa del comedor a dejar unas flores blancas y violetas sobre la mesa.

-Son para la Sra. Marci – dice en voz alta.

-De acuerdo, Jason – contesta Irene.

- Hay más, pero necesitaré si la Srita. Rebecca y ud. pueden ayudarme con los tallos.

El hombre se desplaza nuevamente hacia el jardín y detrás de él le siguen Rebecca e Irene.

Yo, por otro lado, solo puedo pensar en ir por la llave de la habitación gris mientras nadie puede verme. Esta vez, a diferencia de la anterior, Claire no puede adelantarse a mí.

Subo la escalera en espiral y siento el corazón salirse por mi boca. Es como si se desplazara desde mi garganta hasta al suelo y rodara para siempre.

Parada justo a la mitad del pasillo, nadie podría entender porqué detengo mi mirada fija hacia un pedazo de madera en el suelo, en mitad de las habitaciones.

Nadie excepto Claire: aquí se esconde la llave de la habitación gris.

Pero ¿Y si todos lo saben excepto yo?

Giro mi cabeza hacia atrás para asegurarme de que Claire no me esté observando desde su habitación.

-Es ahora.

Mis pulmones sostienen el aire en silencio.

Mis rodillas se flexionan y desplazo el trozo de madera hacia arriba.

Y allí, justo al lado de la nota de color blanco, se encuentra la llave.

La llave de la habitación gris.

Es extraño porque puedo sentir el brillo en mis ojos. Se siente como si mis pupilas estuvieran hechas de purpurina.

Y en este momento, ya no siento dolor en el estómago.

Tomo la llave entre mis manos y la guardo en mi bolsillo.

Cierro con cuidado el escondite y me dirijo hacia las escaleras, con la sensación de que estoy un poco más cerca de descubrir la verdad sobre el muerto en el jardín.

                                                     ~

La tarde transcurrió demasiado lento, como si las nubes hubieran retenido poco a poco la noche: la noche de mi cita con Finn.

Camino en círculos por el jardín.

No me siento linda con este vestido.

Pero no es el vestido, es la fragilidad de mis piernas que ninguna prenda puede disimular.

Hacia el final está la puerta que separa mi jardín de la calle.

A diferencia de la arboleda, la puerta puede abrirse, y entre el extraño hombre y yo, solo habrá vacío.

Con un nudo en el estómago abro la puerta y salgo hacia la oscuridad de la calle, sin mirar atrás.

Se que Irene, Claire o incluso la Sra Marci podrían verme salir de alguna habitación, pero esta vez no me importa.

El reloj azul y blanco que llevo en la muñeca marca las 10:15, y no hay rastros de Finn.

Puedo sentir como la espera me pesa en los hombros, susurrándome: "no vendrá".

Pero no quiero contar los minutos y sentir que se pierden para siempre buscando su mirada en algún lugar. No quiero tener que levantarme de aquí y sentir el vacío que deja la espera.

No quiero.

Mientras mi pecho se hunde con el correr de los minutos, algo se mueve en la oscuridad infinita.

Es Finn.

- Hola Gretel.

- Fin...

El hombre del jardín es más alto de lo que creía fuera de la arboleda. Su tez es blanca y sus ojos son grises, iguales a los míos.

Viste una remera negra que deja ver sus músculos, y un jean. Su barbilla es pronunciada y sus cejas son intensas como esta noche casi sin estrellas.

- ¿Tienes miedo?

- No - mentí.

- Estas hermosa. Acércate.

 Acércate

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