Capítulo 13: Secretos

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Mientras Finn me habla siento como si la tierra fría bajo mis pies me arrastrara hacia el fondo sin dejarme salir.

El aire no penetra en mis pulmones y me agito al respirar.

Claire, la criada de ojos lúgubres, esconde bajo un trozo de madera en el pasillo de la casa no solo la llave de una habitación que decía estar cerrada por años, sino que ahora, está conectada con un centro de salud mental.

¿Qué conexión hay entre el centro de salud mental y Claire? ¿Tiene ella una condición? ¿Mató a la mujer muerta en el jardín? ¿Habrá sufrido?

Finn se despide de mí con un beso.

Esboza vagamente que nuestra segunda cita será mañana y que pasará por mí a las 10, pero esta vez, mis piernas no tiemblan de emoción.

Mi mirada se pierde varias veces entre la puerta de entrada de la casa y los destellos de luz del amanecer.

Sé que el aire no tiene forma ni color, pero a través de mi pecho se siente pesado y oscuro.

Dentro de la casa, el aroma a humedad me da ganas de vomitar. Subo la escalera en espiral y mis zapatos golpean con dureza los escalones.

Por un instante pienso en mi beso con Finn y todo es perfecto.

Pero no lo es.

Frente a mí está la habitación gris que me recuerda que quizás alguien que habita conmigo asesinó a una mujer en el jardín.

Por un instante quisiera viajar al pasado, muy atrás, cuando era feliz.

Aunque sí soy feliz con Finn, a través de los instantes. 

¿Me besará en nuestra segunda cita otra vez?

Un sonido desde el fondo del pasillo me distrae de mis pensamientos.

- Rebecca, ven aquí por favor.

Es la Sra. Marci hablando con Rebecca frente a su habitación.

- Caminemos hacia allá, no quiero que el resto del personal me escuche.

Me doy cuenta de que no tengo más alternativas. Rebecca y la Sra Marci me descubrirán pronto porque se dirigen hacia aquí.

Si me ven aquí a estas horas sospecharán de mí. Será el final definitivo de mis encuentros con Finn. Y no por decisión de él.

Evalúo la única alternativa posible: debo coger la llave de mi bolsillo y esconderme en la habitación gris, frente a mí.

Con el pulso temblando en mi mano alcanzo de mi bolsillo la llave y la introduzco en la cerradura. El chillido entre vuelta y vuelta me hace doler el estómago.

Están demasiado cerca y yo estoy a punto de entrar aquí. A la habitación gris. Aunque no como esperaba.

Giro dos veces y la puerta se abre.

Entro a la habitación con los ojos cerrados y acerco mi oído derecho a la cerradura del lado de adentro de la habitación, para intentar oír la conversación.

- Quiero que me escuches con atención  ¿de acuerdo?

La voz de la Sra. Marci se oye distante pero no lo suficiente y puedo entender lo que dice con claridad.

- Lo que ud. ordene Sra. Marci. - La voz de Rebecca se oye temblorosa.

- Pues verás, tienes que ir al Lago a 10 kilómetros de aquí, mañana por la mañana. Yo diré que harás un recado para mí, pero nadie debe saber a dónde fuiste. Si preguntan les dirás que fuiste al mercado.

- De acuerdo, Sra. Marci, ¿Y qué debo hacer precisamente?

- Lo tengo justo aquí. Tómala.

- ¿Y esto que es, Sra.?

En ese momento hay una pausa y puedo sentir como mi pecho se estruje hasta que mi boca exhala silencio.

- Deberás tirarla al lago sin hacer preguntas y sin mirar hacia atrás. Es la llave de la habitación gris.


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