Los pasos de Claire se oyen a lo lejos, perdiéndose en la oscuridad.
Me detengo por un segundo a pensar porque Claire, la mujer que afirmaba que la habitación gris está cerrada hace años, acaba de ingresar por su puerta en medio de la noche.
Estoy dudando de mi misma. Como si tal vez me inventé que pasé cada día del verano en una habitación sepultada en el olvido.
¿Qué hice este verano, aparte de mirar por esa ventana los días pasar?
No lo recuerdo.
Tal vez nunca ocurrió.
Lo único que sé es que con el correr del tiempo, nada queda de la chica que solía ser.
El campaneo de la llave dentro de su bolsillo desconecta mis pensamientos. Miro hacia el pasillo y me percato de algo: Claire se dirige en una dirección contraria a su habitación. ¿Qué estará yendo a hacer a estas horas de la noche?
La pregunta retumba en mi cabeza por varios minutos hasta que decido a ir tras sus pasos.
Su figura se mezcla con la nada misma y no alcanzo a ver con claridad. Lo único que me guía hacia ella es el sonido de la llave, dando vueltas dentro de su saco color verde ceniza.
Creo que balbucea mientras camina, pero por mucho que lo intente, no logro escuchar lo que sale de su boca.
Se oye un murmullo distante, y se siente como si su aliento rozara el interior de mis oídos.
Es extraño.
Mis pies se resbalan por el piso de madera, impacientes por seguir su ritmo.
A esta altura, hemos pasado por las habitaciones de todas las criadas de la casa, y Claire no ha detenido su marcha.
¿Hacia dónde se dirige?
- Más despacio.
Es mi voz, retumbando en mi garganta, advirtiéndome que pause mi andar. Pero eso ya no es posible: estoy demasiado ansiosa como para controlar mis piernas.
Claire se detiene al final del pasillo y su cabeza se direcciona hacia el suelo.
Parada desde donde está, flexiona sus piernas y se agacha sobre el frío piso de madera.
Desplaza un trozo de madera del suelo y desliza dentro la llave que acaba de tomar de su bolsillo.
Es el escondite de la llave.
De repente gira su cabeza hacia atrás y titubea unos segundos:
- ¿Quién anda ahí? ¿Irene eres tú? Sabes que lo hago por Gretel.
Su voz se oye distante aunque está a pocos metros de mí.
Estoy parada en un costado del pasillo, sin poder creer las palabras que salen de su boca. ¿Qué tiene que ver Irene en todo esto? ¿Qué se supone que hace por mí?
En este momento solo ruego que la oscuridad de la noche sea lo suficientemente negra para camuflar mi rostro.
- Puedo verte Irene, sal por favor.
Efectivamente Claire ha visto mi silueta, parada al costado de este corredor. Nunca creí que tuviera similitudes con nadie de esta casa, pero la noche sombría parece jugar a mi favor.
Evalúo mis alternativas.
Podría hablar, pero entonces descubrirá que soy yo. La misma que vio una mujer muerta a través de la ventana de la habitación gris que no se abre por años.
Otra opción sería escabullirme entre las habitaciones, pero ¿Y si alguna criada me ve? o lo que es peor: la Sra. Marci. Si esto último sucede, nunca más podré salir de esta casa por las noches al jardín y Finn será solo un recuerdo vacío con el correr del tiempo.
El avance de las pisadas de Claire me impide pensar con claridad.
Indecisa me giro hacia las escaleras con pasos de pluma, sin girar mi cabeza hacia atrás.
Siento como la dureza de los escalones raspa mis zapatos.
Ya estoy en la planta baja de la casa y algo me dice que Claire está detrás de mí. Es como si pudiera oler su enojo en el ambiente.
Pero al girarme hacia la escalera, no hay nadie allí.
Claire debe haber ido a su habitación, para que nadie note su ausencia.
Yo, en cambio, atravieso el comedor y me acuesto sobre una silla, con el pulso temblándome en la mano.
Ahora soy yo la que no está en su habitación en altas horas de la noche.
¿Podría alguien pensar que actúo sospechoso?
Ahora que descubrí el lugar donde se guarda la llave de la habitación. ¿Debería entrar? ¿Habrá respuestas sobre el muerto en el jardín? ¿Y si sólo desde allí puede verse el cuerpo?
Tengo muchas dudas, pero solo una cosa es cierta: Claire ha mentido sobre la habitación gris.
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