Sin consentimiento

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Los tipos voltearon inmediatamente al escuchar ese ruido escandaloso, su semblante cambió por completo cuando vieron que se trataba de una persona.

—¿Ah?... se te olvidó el bolso, deberías ser más cuidadosa.

Les echa una mirada amenazante.

—¡Vámonos de aquí! — Atemorizados intentaron correr, pero él tomó a uno del brazo.

—Que esto no se vuelva a repetir, ¿Me escuchaste? Aléjense de ella o las pagarán. —No dudaron en darle la razón y enseguida corrieron con la cola entre las patas.

Yo me sentía tan mal que no pude ponerme de pie al instante, por poco y me dejarían un trauma irreparable.

—¿Estás bien? —Me levanté como pude—. Un punto a tu favor de ser olvidadiza.

No podía decir nada, además de estar mareada por el alcohol no podía reaccionar al suceso, así que sólo colapsé.

«Quiero dormir...»

🔥...

Desperté y me encontraba en otra habitación, fue mi sorpresa cuando me di cuenta que llevaba puesto un camisón de hombre que irradiaba un olor tan magistral y exquisito, desconocía esa fragancia.

Salté de la cama luego de escuchar ruido en el baño, pero decidí volver a echarme al ver qué alguien venía. Fue ahí donde vi aquella figura tan fornida, marcada y con tatuajes específicos, tenía el cabello mojado que le escurría en los hombros y otras gotas recorrían esa espalda tan tonificada, tenía sólo una toalla blanca que cubría su cintura y otra en las manos secando su pelo tan brillante y negro, mientras cerraba los ojos.

—¿Cómo dormiste? —Me sorprendí bastante y cubrí de inmediato mi cara.

«¿Notó que lo estaba mirando

—Son las 11:00, el paisaje por la mañana es increíble. —Entendí que quería que me levantara.

Carraspeo: —¿Acaso tú y yo... —dije eso mientras señalaba su camisón en mí.

—¿Crees que soy un hombre que se acuesta con las chicas que están ebrias? No tuvimos sexo si eso te preocupa. —dejó salir una risa burlona.

—No quise decir eso, pero... ¿Esto es tuyo cierto?

—Tu vestido se rompió, además de que se veía algo incómodo para dormir con él —Puso la toalla pequeña en sus hombros y se me acercó.

—Dime, ¿Qué te hizo beber de esa manera? Deberías tener más cuidado si bebes así —recordé lo de aquellos tipos y no pude evitar agachar los hombros.

— Gracias, no sé que sería de mí si no hubieras entrado —Me puse algo roja al ver qué me miraba con intensidad.

Me guiñó el ojo y se alejó: —Puedes dejar mi camisa en la cama al irte.

«¿Irme desnuda

—¿Q-qué?, ¿Quieres que me vaya desnuda o qué? —me exalté—. Eres un pervertido.

—No hay algo aquí que te quede, te harán muchas preguntas si sales con algo mío. —Para este entonces ya estaba vestido con un pantalón negro liso y una camisa de botones la cuál se le podía marcar los músculos del brazo muy perfectamente.

—Entonces hagamos algo... Tráeme ropa de mi habitación —No dudé en decirlo.

—¿Ah?, ¿Por qué yo? —Pasó una mano a la nuca—, pídele a alguien más que lo haga.

Había olvidado mi móvil en la habitación y me era imposible llamarle a Nami.

—Tú me trajiste aquí, además, también a ti te harán preguntas si ven que porto algo tuyo. —traté de convencerlo.

Sólo frunció el ceño y se dirigió a la puerta: —Tocaré dos veces muy leve.

Pasó alrededor de medio hora y en lo que regresaba tomé un baño muy relajante, tanto que no me percaté que ya estaba tocando del otro lado. Rápido tomé una toalla,  me cubrí el cuerpo aún mojado y me dirigí a la puerta.

—Ten. —Sus penetrantes ojos oscuros me inundaban de nerviosismo—. Había toallas más grandes allá adentro.

Me sentí tan avergonzada al mirarme y ver qué me había puesto una toalla pequeña que sólo cubría mi parte de abajo y un poco de mis pechos.

—¡Aa! No mires. —Quería esconderme debajo de la tierra.

«¿Por qué no deja de mirarme?»





Ardiente Cómplice +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora