Un tatuaje en el aire

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No podía creer lo que estaba viendo frente a mi, mis lágrimas salían sin cesar.

—Tu... Ace, ¿eres tú en serio? —tenía mis manos sobre mi boca, no podía con la impresión.

—Soy yo T/n —intentó acercarse y me extendió los brazos.

Le di una bofetada.

Todos al escuchar, miraron hacia nosotros en silencio.

—Bien, creo que la merezco. ¿Podemos hablar adentro?

—¿Por qué nunca me llamaste?  ¿por qué nunca me visitaste? ¿por qué no me dijiste que habías vuelto? Y ¿por qué te escondiste de mi? ¡Responde, Ace! —lloraba desconsolada.

—El día que me acerqué a ti me pareciste tan hermosa, por eso me atreví. Cuando olvidaste tu bolso tu identificación se cayó y al verla vi tu foto de adolescente conmigo. Esa misma noche me dijiste que tú nombre era T/n. —Lo miro—. No te dije que era yo porque creí que te podía conquistar así: con este físico nuevo. Quería dejar atrás a ese niño gordo del que todos se burlaban. La noche que te rechacé fue porque sentí culpa al no decirte quien era, ese niño gordo, con el que tendrías sexo sin protección. —Comprendí este punto—. Al lamer tu estómago en el juego supe cómo podía decirte la verdad: enseñandote este tatuaje que nos hicimos juntos cuando éramos jóvenes... ¿Me odias?

—Eres desagradable, ¿cómo pudiste asumir todo eso por tu cuenta?. El día anterior al que te fuiste te iba a confesar mis sentimientos por ti, te diría que te amaba, pero, te marchaste sin más y jamás supe de ti. De ahí en adelante me quedó guardado ese sentimiento, me imagino que por eso me sentía tan cómoda contigo sin "conocerte". De algún lado conocía esos ojos tan resplandecientes... Y no, n te odio.

—Siempre te amé cuando éramos unos niños, creí que nunca sentirías lo mismo, amaba tu pelo corto y tus lentes de círculo. —Me acaricia la mejilla.

—Llegué a amarte también como no tienes idea Ace. Mi Ace. —besé su mano.

—¿Ahora que sientes por este nuevo Ace? —se extendió.

—Lo mismo, Te amo cómo tienes idea y, cómo ya somos adultos, te deseo cómo hombre, quiero que nuestros cuerpos provoquen calor y sentirte dentro de mí. —añadí—, ¿Y qué hay de mi?

—Desde el primer día en la escuela me enamoré de ti, cada día incluso el tiempo sin verte creció con tanta abundancia, me sentí un tonto al desperdiciar una noche contigo, lo que siempre había soñado sólo por mi inseguridad. Te deseo cómo mujer también, me excito cada vez que te miro y no por tu cuerpo sino porque nunca creí que podría tocarte más allá de las manos, quiero sentir esa parte húmeda que vi aquella noche.

—Creo que ambos estamos ansiosos  por tener sexo con el otro —dice.

—Eso se puede arreglar... —iba a darle un beso cuando nos llamaron que volviéramos con ellos.

Besa mi frente y sonríe: —Vamos.

Terminamos la noche con muchos juegos de ese tipo, bebimos hasta el amanecer y al día siguiente regresamos a la ciudad.

El decirnos la verdad ese día había cambiado todo entre nosotros, ahora sólo existía felicidad y pureza en nuestra relación, podíamos besarnos libremente en cualquier lugar sin sentir vergüenza, platicar como en aquel entonces y reír hasta más no poder.



Ardiente Cómplice +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora