Capítulo 12. Es una cita

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Narra Freen.

A pesar de que deseaba desesperadamente a Becky, ella se merecía lo mejor, sobre todo para su primera vez. No era justo que buscara a alguien para quitárselo de encima. Ella no era esa clase de chica. Se merecía las rosas, velas, ese tipo de mierda. Y yo no era ese tipo de persona.

La acompañé hasta fuera de mi casa lo más rápido que pude sin parecer una idiota, mi polla gritó en protesta todo el tiempo. La deseaba como una loca. La sola idea de enterrarme en su apretado y húmedo calor era suficiente como para volverme loca. Sí, tomé la decisión correcta de enviarla a su casa. Pero maldita sea, tuve que fingir estar bien mientras ella caminaba sola hacia su auto. Encendí la luz del pórtico y la miré desde la ventana hasta que ella estuvo a salvo dentro de su auto y arrancó. No confiaba en mí misma para estar cerca de ella en este momento. Era lo mejor.

Al menos eso fue lo que me dije cuando me metí a la cama con una furiosa erección que se negaba a desaparecer.

A la mañana siguiente, me encontré con Derek en el gimnasio una vez me libré de Darlene en la escuela. Todo lo que ella habló en el desayuno fue "Bec esto y Bec aquello". Me enojó tanto. Me era difícil mantener a la mujer fuera de mis propios pensamientos, pero con Darlene ahora firmemente plantada en el Grupo Becky, era casi imposible. Esperaba que levantar pesas con Derek me despejara la cabeza, pero hasta ahora había sido difícil.

—¿Por qué tienes esa cara? —Se burló Derek desde un cercano banco para pesas—. Hoy estás levantando mal las pesas.— Le lancé un ceño de no me jodas y agregué otro grupo de cuarenta y cinco a mi pesa de banca. Estaba teniendo problemas para bajar la pesa por la cuarta repetición. Maldita sea. Derek tiró de su barra hacia arriba y me ayudó a volver a colocar la mía.

—En serio, mujer. Habla conmigo.

—Esto no es Oprah, hermana. Métete en tus malditos asuntos.— Él se río y negó con la cabeza, dejándome sola en mi banco.

Cuando me reuní con él en la sala de vapor, se mantuvo fiel a la petición. No me había hecho más preguntas sobre la mierda de estado de ánimo que tenía, y en su lugar hablamos sobre estrategias para su próxima pelea. Derek era un prometedor luchador de artes marciales mixtas. Era mucho mejor que yo, y yo era lo suficientemente como para admitirlo. Tampoco tenía miedo de pelear con él en el cuadrilátero mixto, a pesar de que era rápido como un rayo y sus patadas sacaban el aire de tus pulmones. Pero mis ganchos izquierdos no eran nada malos, y de vez en cuando lo cogía con la guardia baja. Por lo general, sin embargo, él no fallaba ningún golpe, y mis costillas que tenían moretones estaban para probarlo. Tenía un puñado de empresas locales patrocinándolo, y tenía a sus padres que pagaron por todas las lecciones imaginables mientras crecía. Nació para hacer esto. Yo, por otro lado, he aprendido sobre la marcha y gano peleas por pura determinación. Derek se secó el sudor de la frente con una toalla de mano.

—¿Y qué hay de ti? ¿Estás pensando en volver a pelear en corto plazo? El dinero era bastante bueno, si ganas.

—No lo sé, trato de recuperarme de las costillas rotas y un dedo roto —Por no hablar de intentarle explicar a una niña de seis años del porque tú cuerpo tienes manchas negras y azules, y mirar como sus ojos que se llenaban de lágrimas cuando le explicabas que era por una pelea. No era algo que quisiera hacerlo de nuevo. Ella quería saber con quién había luchado y porque ella estaba enojada conmigo. No me gustaba molestarla de ese modo. Pero no era como si pudiera decirle a mi oponente: oye, no me golpees en el rostro, mi pequeña hermana se enfadará.

No había forma de evitar los golpes y moretones, e incluso si ganaba, aún solía tener un ojo negro durante semanas. De un modo y otro, tenía que arreglármelas y encontrar un trabajo bien remunerado que no requirieran que luche en un cuadrilátero, o que me desnude ante una cámara.

Para cuando llegué a casa después el gimnasio, Darlene estaba esperándome en casa cuando llegó de la escuela. Tuve el tiempo suficiente para hacer la llamada telefónica antes de acobardarme. No podía conseguir que Becky y la forma en cómo se fue la noche anterior se alejaran de mi mente. Ella había hecho más que ayudarme con Darlene y yo prácticamente la ataqué en mi sofá. Le dije que quería follarla, y luego la despaché.

Marqué el número del hospital y pedí que me comunicaran con Becky en la enfermería. Me di cuenta que no sabía su apellido, pero por suerte, unos minutos más tarde, me comunicaron con ella.

—¿Freen? ¿Está todo bien...? —Su voz era frenética. Mierda. Probablemente asumió que esta llamada era por Darlene.

—Todo está bien. Escucha, voy a hacer esto rápido porque estás en el trabajo, pero necesitaba llamarte y decirte que me disculpes si las cosas se pusieron raras anoche. Fue mi culpa.— Ella dudó por un minuto.

—Está bien. Me divertí mucho con Darlene y... — Se detuvo en seco.

—Yo también. Escucha, ¿puedo devolverte ese favor? Me gustaría hacerte una cena. O por lo menos invitarte a cenar, ya que probablemente no quieras que cocine.— Una risa suave y llenó el silencio entre nosotras.

—De acuerdo.

—¿Estás libre mañana por la noche?

—Sí. ¿A qué hora debo ir?— Me gustó que ella se ofreciera a venir, sabiendo que sería más fácil para mí y Darlene que ella viniera a casa otra vez. Las otras chicas con las que había tratado salir por lo general lanzaban un ataque de que no podía salir mucho.

—¿A las seis está bien?

—Si. Es una cita. Quiero decir, te veré entonces.

—Genial. Ah, y probablemente debería tener tu número. Ya sabes, por si alguna vez necesito que me ayudes con Darlene. Es probable que no quieras que te llame al trabajo. Y te voy a dar el número de mi móvil, por si alguna vez necesitas algo. —Como yo.

—De acuerdo —dijo ella en voz baja. Con tan sólo el sonido de su voz llamó la atención en mí. Sabía que estar de nuevo a solas con ella probablemente no era una buena idea, pero también sabía que no tenía fuerzas para detenerlo.  

Pornstar | Freenbecky (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora