III

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2 años después

Ya la peliblanca había crecido y se había convertido en toda una señorita, con excelentes modales y había perfeccionado más las habilidades que poseia desde niña. Y bueno, creció inculcandose más cosas, leyó más libros, llamándole la atención las cosas que tenían que ver con farmacos y medicinas; por lo que ayudaba a las personas que llegaban a su hogar.

Durante este tiempo también se habían integrado más miembros a los cazadores de alto rango, denominados pilares. Algunos de ellos eran, Uzūi Tēngen pilar del sonido, Kochō Kanāe pilar de la flor y su hermana menor Kochō Shinōbu, aunque está última no era pilar, Shinazūgawa Sanēmi Pilar del viento y Tomiōka Giyūū. A los cuales había conocido y tratado con ellos.

— ___-sama... — Escuchó fuera del cuarto en el que se encontraba — Lamento molestarla...

— Mmm.. — La joven peliblanca volteo su rostro de lo que se encontraba haciendo para prestarle atención a Kochō Kanāe — Oh, Kochō-san, no se preocupe, ¿Necesita algo?

— Bueno... — Murmuró con una leve sonrisa mientras ingresaba a la habitación dejando ver qué tenía una herida en el brazo — ¿Podría ayudarme con esto, por favor?

— Claro, siéntese aquí por favor — Mencionó la menor mientras ayudaba a sentar a la pelinegra y comenzar con la curación — Por lo que veo no es grave, no tardará mucho en sanar, ahora vengo.

La joven ojimorada se levantó y remango su elegante kimono, se lavó las manos y preparó todo para comenzar a curarla.

— ¿Podría quitarse el Haorī, por favor? — Preguntó con una leve sonrisa, recibiendo un asentimiento por parte de la contraria — Necesito limpiar y desinfectar la herida, no tomará mucho tiempo.

La joven siguió con su labor, primero limpio la herida con delicadeza, para asegurarse de que no haya quedado algo de suciedad, volvió a tomar un poco de algodón y pasarla por el corte, al parecer era superficial, tal vez se cortó esquivando algún ataque.

Tomó una pequeña tela completamente limpia y la colocó sobre el corte para luego tomar una venda y estirarla alrededor del brazo.

— Listo, ya está — Concluyó mientras empezaba a guardar las cosas en sus sitio — Pero me parece curioso que una herida tan superficial no sea tratada por usted.

— Oh, bueno. . . — Susurró con una sonrisa la mayor observando a la peliblanca, era realmente bonita — Es que, Shinōbu se molestó conmigo y no quiso ayudarme a curar mi herida, además yo no sé nada de esto. Lamento haberla molestado.

— No, no diga eso — Dijo la muchacha mientras la veía — Me alegra haberla ayudado Kochō-san, para mí es un gran avance asi sea un pequeño corte.

— ¡Gracias, ____-sama! — Exclamó la chica con una sonrisa mientras juntaba sus manos — Pero no me llames de una forma tan formal, puedes decirme Kanāe.

— No creo que me sienta cómoda — Dijo la joven desviando su mirada con un leve rubor en sus mejillas provocando que los ojos de la Kochō mayor brillarán — ¿Kanāe-san te parece mejor?. Pero también puedes hablarme sin ser tan formal.

— ¡Oh no no, no podría hacer algo así! — Negó rapidamente la contraria mientras se levantaba, tomo sus cosas e hizo una reverencia — Usted es muy importante, no podría llamarla de otra forma, pero muchas gracias por ayudarme. ¡Nos vemos!

La joven pelinegra salio corriendo del lugar a lo que ____ suspiró, no le gustaba mucho que la tratarán con tanta formalidad, después de todo, todos ahí son mucho mayores que ella. Pero no podía hacer nada. Así que volvió a concentrarse en su libro.

— ¡____-nee-san! — La peliblanca volteó a la fuente del sonido, las gemelas mayores estaban paradas en la puerta mirándola con una sonrisa — ¡Vamos a jugar!

— ¿No les molesta si es en un rato? — Preguntó mientras cerraba la tapa del libro y lo acomodó con los demás — ¿Verdad?

— ¡No, ahora tía! — Dijeron ambas niñas mientras la tomaban de cada brazo y la guiaban fuera — ¡El día está muy bonito, vamos a jugar!

— Está bien — La joven sonrió levemente y se dejó llevar por sus sobrinas, quienes la iban a llevar fuera de la mansión — No podemos salir.

— ¿Porque no? — Preguntó una de las peliblancas menores con cierta tristeza — Afuera es bonito...

— Mmm... — Murmuró la mayor mientras veía el cielo, estaba despejado, lo cual significaba que el sol estaba en lo más alto, brillando con fuerza — De acuerdo, pero solo un momento.

— ¡Haii! — Exclamaron ambas para tomarla nuevamente y avanzar hasta el bosque — Por aquí hay lugares bonitos tía.

— Veremos — La peliblanca mayor solamente se dejaba guiar por las niñas, hasta que llegaron a un pequeño prado, era realmente hermoso — ¿Ustedes ya conocían este lugar?

— Si, mamá nos saco un día por aquí — Respondió sonriendo una de las niñas — Por aquí jugaremos a la pelota.

Llegaron a un pequeño campo, era realmente bonito, un lugar donde el aire se sentía tan fresco, tan puro y libre. Además el lago que había ahí le daba un toque mágico.

— ¡Tia! — Gritaron ambas poniéndose enfrente de la nombrada — ¡Juguemos!

Así los minutos pasaron, hasta que en un mal movimiento la pelota salió volando algo lejos de donde se encontraban, por lo que las tres fueron a recogerla.

— Seguro está por aquí — Habló la peliblanca mayor mientras quitaba algunas ramas por delante — Ahí esta.

La pelota estaba al frente de una cabaña. La mayor se acercó a recogerla, pero un mal presentimiento hizo que viera por unos instantes aquel lugar.

— Tía. ¿Ocurre algo? — Preguntó una de las gemelas acercándose — Tía.

— Síganme — Les ordenó mientras se adentraba a la casa. — ¿Que es esto?

Vieron manchas de sangre por todo el lugar, el cuál desprendía un olor nauseabundo, aún así las peliblancas ingresaron. Y lo que encontraron fue algo realmente atroz, deprimente y horrendo.

Habían dos niños tirados en el piso, uno no tenía brazo y parecía que ya no estaba en este mundo, y el otro estaba aferrado al único brazo del que era su hermano.

— Debemos hacer algo — Habló la chica saliendo rápido del lugar siendo seguida por sus sobrinas — Traigamos las cosas necesarias.

— Hai — Las niñas asintieron a las palabras de su tía y la siguieron a toda velocidad — Tía. ¿Esos niños estaran bien?

— Esperemos que si, Nichikā — Le respondio la peliblanca mayor con una sonrisa triste — Hay que apurarnos. Apenas lleguemos, Hināki buscarás vendas, alcohol y algodones. Nichikā agua tibia y algunos trapos.

— Hai — Asientierom nuevamente mientras seguían caminando, unos minutos más y ya llegaron — Tía ya volvemos.

La mayor asíntio y rápidamente fue a su cuarto para tomar cosas necesarias, iba a hacer todo lo posible para que esos niños estén bien.

— Necesito estas medicinas.— Murmuró tomando todas las cosas que necesitaba — Debo avisarle a un Kakūshi, para que me ayuden a traerlos.

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«Tú Calida Voz» || Tokitō Mūichiro Y Tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora