Ya comimos, gracias.

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Freen Sarocha.

Esa madrugada, alguien tuvo la audacia de llamarme entre las dos y las tres. Contesté solo para mandarle saludos a la abuela de quien estuviese llamando. Con lo que me costaba dormir, odiaba que me despertasen de esa forma.

— ¡¡Amor!!

¿Era Becky? ¿Llamándome? ¿Y estaba diciéndome amor otra vez?

¿Seguía soñando?

— ¿Becky...?

Me froté los ojos con la mano y bostecé, tratando de espabilarme. Aparté la armadura de almohadas que hacía alrededor de mí todas las noches porque sentí calor. La armadura era por precaución. Una nunca sabe qué cosas hay por ahí de noche.

— ¡¡A que no adivinas!!

¿Pero qué le pasaba?

— ¿Qué...?

— ¿Puedo ir a tu casa ahora mismo? —me interrumpió.

Jesús.

—Supongo que sí... —contesté, dudosa.

— ¡Genial! Te veo allí.

Ella colgó y yo me quedé unos segundos en la cama, tratando de despertar correctamente y que todo se acomodara dentro de mi cabeza. Me pesaban los ojos, porque todavía tenía demasiado sueño, y eso que ya había dormido mucho en el sofá, pero como pude me puse de pie y me metí al baño a cepillarme y hacer pipí. Ni siquiera me molesté en arreglarme el cabello. No estaba lo suficientemente despierta como para que llegase a importarme.

Me dirigí a abrir antes de que Becky tocase el timbre y despertara a mi hermano. Bonbon me seguía caminando entre mis piernas y arrastrando la nariz contra mi pijama. No entendía a ese gato, pero lo amaba.

Abrí la puerta, aun medio adormilada, justo cuando Becky terminó de subir las escaleras. Parecía eufórica. Me miró. Yo la miré. Y entonces se acercó a mí dando grandes zancadas, me tomó por el cuello y me besó.

¿Había ganado la lotería o algo parecido?

De todas formas, solo le seguí el beso. Porque sentí que hacía mucho que no la besaba. Enredé las manos en su cabello corto mientras ella me hacía retroceder para que entráramos a la casa. Escuché a Bonbon maullar pero no podía importarme menos. Apenas pude cerrar la puerta cuando ambas estuvimos dentro, porque Becky no dejaba de besarme.

—Becky... —balbuceé cuando nos separamos apenas un poco. Se me había quitado el sueño.

—No te haces una idea de las ganas que tengo de besarte —murmuró y volvió a hacerlo.

No me molesté en apartarla. Yo también tenía muchas ganas de besarla.

Seguía haciéndome retroceder, lo hizo hasta que mis piernas chocaron con el sillón y me tumbó sobre este. Pudo haberme dado algo en el momento en que se sentó sobre mis muslos para seguir besándome. Pasaba sus manos por mis brazos, mis piernas, y sentí de todo cuando, de pronto, las llevó a mis pechos.

¿Qué estaba pasando?

No dejó de besarme mientras acunaba uno de ellos con su mano y yo no pude evitar arquearme un poco. Tiró un poco de mi cabello para tener acceso completo a mi cuello y empezó a dejar besos húmedos por este mientras su otra mano seguía tocándome en partes que ocasionaban reacciones de mi parte ante su toque.

Solté un sonido bastante extraño cuando sus besos llegaron hasta el escote de mi pijama. Se detuvo ahí y buscó mis ojos, como preguntando. Ni siquiera lo procesé antes de asentir con la cabeza.

¿Qué escribes? - Adaptación FreenBeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora