Capitulo Nueve

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Cuando isagi entro a la casa, un delicioso olor a lasaña invadió sus fosas nasales, y sintió como su estómago rugía de hambre.

Parpadeo, sorprendido, porque no recordaba cuando fue la última vez que bachira decidió cocinar lasaña. Los últimos meses, debido a la gran cantidad de trabajo que ambos tenían, solían comer fuera o pedir algo para llevar, dejando de lado las comidas caseras, los almuerzos compartidos, las conversaciones tontas, pero bonitas que solían tener.

- Bienvenido, isagi - Le gritó bachira desde la cocina, y de forma inevitable, se dirigió a ella como solía hacer antes, sólo que en lugar de abrazarlo por la cintura para hacerlo reír, dándole después un par de besos en el cuello y los labios, se limitó a quedarse de pie bajo el marco de la puerta, viendo su rostro colorado por el calor en el lugar, su expresión relajada y el mandil de abejitas atado a su cintura - Te extrañé mucho, ¿Cómo te fue hoy?

No podía quitar sus ojos de meguru.

No podía desviarlos, no podía dejar de ver esa mirada tan brillante, esa sonrisa hermosa que poseía, esas mejillas que quería tocar todo el tiempo.

Por un breve momento, quiso abrazar a meguru , enterrar su rostro en su pecho y acurrucarse en sus brazos, como hacía meses atrás, cuando las cosas parecían ir bien, cuando Hana era solo una asistente y no algo más.

Hana...

La pobre de Hana mirándolo con pena y molestia por la decisión de aceptar la propuesta de bachira, hablándole solo lo necesario, sin querer tener una conversación privada con él.

- Bien - respondió con tono lejano, comenzando a quitarse la corbata - Megumi, la chica que estaba demandando a su ex pareja por el abuso que recibía por parte de él ¿Recuerdas que te lo comente hace un par de días? - bachira asintió - pues, estamos ganando todos los juicios, creo que dentro de un tiempo lograremos ganar el caso y meter a esa basura a la cárcel. Así que, digamos que bastante bien.

- ¡Felicidades! - Dijo bachira girándose, dándole la espalda - te lo mereces, isagi, trabajas muy duro.

Y tú, Bachi , mereces a alguien mejor, pensó isagi caminando hacia el cuarto, para cambiarse de ropa.

De forma inevitable, recordó a bachira dentro del auto de ese desconocido a quien llamó uno de sus pacientes, mirándolo con tanta adoración y ternura que su estómago se encogió por algún motivo que no podía comprender, y la desesperada necesidad de alejarlo de él, de impedirle que lo besara, llegó de forma inevitable obligándolo a actuar.

Sonaba como un maldito egoísta, lo sabía, pero no se trataba de eso. bachira podía ilusionarse con facilidad, y si ese desconocido solo lo quería para un momento.

 ¿no le estaba evitando, entonces, más sufrimiento?

Era eso. solo eso, lo juraba.

bachira, en tanto, suspiraba mientras apagaba la cocina, la lasaña ya está lista, las rebanadas de pan cortadas y preparadas. Ese día había salido temprano porque su último paciente había cancelado la hora, así que aprovecho para llegar antes a casa y poner sus habilidades culinarias en acción.

Recordando que antes, cuando ambos tenían tiempo, podían estar todo el día cocinando nuevas recetas, muchas veces terminando con una intoxicación porque no solían preocuparse mucho por lo que hacían. Sin ir más lejos, mientras algo se cocía o freía, hacían el amor sobre la mesa de la cocina, sin importarle si la comida se quemaba o no.

No pudo evitar ruborizarse al pensar en esas ocasiones en las que no resistían para llegar a su habitación, haciendo el amor donde se encontraran. Toda la casa estaba marcada.

Así que, al salir, pensó que podía cocinar algo para la cena de esa noche. Después de todo, llevaban una semana desde que isagi acepto ceder a sus treinta días, y si bien no habían peleado, tampoco es como si hubiera tenido grandes avances.

Las cosas estaban... estaban igual que siempre. Sí, isagi lo iba a buscar luego del trabajo, conversaban de cómo les había ido en el día, cenaban juntos, y luego se iban a dormir.

bachira quería intentar algo más arriesgado, tal vez besar a isagi, hacerle ver que seguían conectados, sin embargo, tenía miedo de que lo rechazara.

Y ese rechazo bachira no seria capaz de manejarlo.

Sirvió la comida, llevándola al comedor donde su amado estaba llenando las copas con vino, y se quitó el delantal que se compró cuando recién se mudaron a la casa.

- ¿Cómo te fue a ti en el trabajo? - pregunto isagi mientras se sentaba tranquilamente.

bachira se encogió de hombros.

- Lo mismo de siempre, niños enfermos y padres asustados - sonrió suavemente - Kuro estaba mucho mejor. Hoy ryusei y reo lo acompañaron, me contaron que estaban pensando en adoptar para que el no esté tan solo.

- Es un trámite largo - respondió isagi, un poco indiferente.

La sonrisa de bachira se volvió algo triste y apenada.

-Si...

isagi dejo salir aire de sus pulmones, notando una punzada en su pecho al ver la expresión lejana, afectada de su esposo, y luego mordió su labio inferior.

— Tengo dos entradas para ir al cine mañana — le dijo entonces, notando como sus ojos se iluminaban — ¿Quieres ir? Luego podemos ir a cenar fuera, Meguru.

bachira asintió, contento de ver a isagi invitándolo a salir fuera.

Había pensado en hacerlo él, sin embargo, no se le había ocurrido donde ir. Eso de planificar citas normalmente no le salía nunca bien.

- ¿Qué película es? - pregunto entusiasmado.

El pelinegro sonrió de lado.

- Es una de terror - Dijo con cierto tono burlón en su voz.

Su esposo lo miro con incredulidad.

- ¡isagi, sabes que esas no me gustan! - reclamo como niño pequeño.

- Vamos, tienes veintiocho años - se quejó - además, no tienes porqué tener miedo. Tu héroe  estará allí para protegerte.

Su boca no pudo liberar ningún sonido cuando dijo esa última frase como si nada, aunque había toda una historia detrás: a los diecisiete años, cuando ambos fueron al parque de diversión, bachira comenzó a entrar en pánico a la hora de entrar a la montaña rusa. isagi le tomó la mano como si nada, llamando su atención, diciéndole aquella frase para que no tuviera miedo, y el juego empezó.

Por supuesto, bachira salió vomitando y también, prometiendo que nunca más iba a subirse a una, pero esa frase quedó grabada en la mente de ambos como una promesa secreta entre los dos.

- Si tengo pesadillas será tu culpa - Dijo con voz débil.

isagi asintió.

-Es una fortuna que durmamos juntos entonces, Abejita — replicó isagi sonriendo.

bachira se sintió feliz de verlo intentándolo, aunque estuviera confundido. Aunque le hubiera hecho daño y le hubiera roto el corazón.

Pero prefería verlo intentándolo a verlo rendido.

Si isagi se rendía, bachira podía darse por vencido.








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