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Advertencias: stony como pareja principal, con thorbruce y sambucky como parejas secundarias. angst, drama y fluff. algo de OoC.

los diálogos en cursiva es la comunicación de lengua de señas.

recuerden siempre que este fic trata de temas muy sensibles.

recuerden siempre que este fic trata de temas muy sensibles

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Tony tenía doce años cuando conoció a Bucky.

Estaba jugando en el patio trasero de su casa, sentado sobre el césped mientras movía los autitos de juguete a su alrededor, chocándolos entre ellos y sonriendo por eso, cuando levantó la vista y vio a un chico asomando su cabeza por encima de la cerca.

Se sobresaltó, por supuesto, y agarró la campanita que su abuela le dejaba a su lado cuando jugaba y debía hacer sonar si ocurría algo urgente porque, bueno, él no podía gritar. 

No debía gritar.

El ruido resonó en el patio mientras Tony hacía sonar la campanita, y segundos después su abuela apareció con una expresión de preocupación en su rostro.

¿Qué ocurre, príncipe? ―preguntó su abuelita.

Tony señaló hacia la cerca, hacia el chico que seguía asomándose con una expresión de curiosidad.

Su abuela miró al muchacho, reconociéndolo como Bucky, el vecino, y le sonrió con amabilidad. Tony se puso de pie torpemente, ocultándose detrás de la mujer mayor con miedo.

―Hola Bucky ―saludó su abuelita, tomando la mano de Tony.

―Hola Silvia ―respondió Bucky con voz estridente―, ¿cómo está?

―Muy bien, ¿y tú, Bucky?

―Aburrido ―dijo el niño mirando a Tony―, es verano y no tengo a nadie con quien jugar ―Bucky siempre se había caracterizado por ser muy curioso, eso lo sabía todo el mundo―. ¿Quién es ese niño, Silvia?

Su abuelita le revolvió el cabello, tirando de Tony hacia adelante, y el menor dio unos pasos balbuceante, bajando la vista, temeroso.

―Es mi nieto, Tony ―dijo su abuelita con orgullo―, ¿no es simpático, Bucky?

―¡Sí! ―Bucky sonrió, mostrando sus dientes―. ¿Puedo jugar con él? ¡Prometo ser bueno, Silvia! ―luego, Bucky bajó la voz―. Prometo no pegarle mi enfermedad, abuelita.

Silvia sintió su corazón apretándose ante las palabras del chiquillo de doce años, solo y sin amigos, sabiendo que Bucky no tenía ningún amigo. Todos le hacían el quite ya que sabían que gustaba de los chicos y ningún padre quería que sus hijos estuvieran cerca de alguien así. A Silvia, honestamente, le daba pena ver a Bucky tan solo, jugando siempre sin compañía alguna en la calle, viendo cómo el resto de niños del lugar se reían de él.

Bucky era sólo un niño, ¿cómo podían ser tan crueles?

Silvia miró a Tony, que le devolvió la mirada y le acarició la mejilla, haciéndole un gesto de que fuera a buscar su libreta con el lápiz que siempre cargaba. Tony no dudó en hacerlo, y aprovechando el momento a solas, la mujer se giró hacia Bucky, que la contemplaba con nervio.

MUÑEQUITO DE PORCELANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora