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Advertencias: stony como pareja principal, con thorbruce y sambucky como parejas secundarias. angst, drama y fluff. algo de OoC.

los diálogos en cursiva es la comunicación de lengua de señas.

recuerden siempre que este fic trata de temas muy sensibles.

María se había casado a los veintiséis años con quien consideraba el amor de su vida, Howard Stark, y dio inicio a su perfecta vida matrimonial

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María se había casado a los veintiséis años con quien consideraba el amor de su vida, Howard Stark, y dio inicio a su perfecta vida matrimonial. Dos años después, dio a luz a su primer hijo, Anthony Stark, un hermoso niño de ojos brillantes y sonrisa encantadora, que enamoraba a cualquier persona que se tomara el tiempo de conocerlo.

Fue así como María tuvo una vida casi perfecta: tenía un trabajo como asistente de un ejecutivo, su marido la adoraba, y en casa le esperaba un niño perfecto que hacía sentir a su corazón cálido y feliz. La felicidad era tanta, que estuvo mucho tiempo agradecida por la vida que le tocó tener.

Hasta que, por supuesto, recibió la llamada de Howard, su voz desesperada y rota, diciéndole que su pequeño ángel, su hermoso niño, desapareció.

Su mundo entero se derrumbó con ello.

—¿Qué tal si usas el color verde para pintar el árbol, Tony?

Tony no la tomó en cuenta, pero no se rindió. No iba a rendirse con su niño.

Habían pasado casi dos meses desde que encontraron a Tony, pero el muchacho seguía internado en el hospital bajo observación, así que María le iba a ver todos los días para seguir generando lazos con él.

Luego de que la sacaron a la fuerza, cuando Tony se orinó y lloró, tuvo que pasar otras semanas sin verlo, lo suficiente como para estabilizarlo, para ponerlo en mejor estado. Cuando le permitieron estar con él, le cortaron el cabello, subió de peso, y ya hacía más cosas en lugar de quedarse quieto todo el día, mirando un punto fijo en la pared.

Pero sus ojos destrozados permanecían, y María se prometió que borraría esa mirada de sus ojos.

Ese día, le llevó un cuaderno de dibujos y lápices a Tony para que el niño pintara, y, aunque al principio parecía algo reacio a hacerlo, luego de mostrarle cómo pintar, se animó a comenzar.

¿Qué tan triste era eso? Tony no sabía usar los lápices, le costó agarrarlos con firmeza, y se salía de las líneas al hacerlo. Pero, por sobre todo, pintaba los objetos con colores que no eran los típicos.

Como ese árbol: pintaba el follaje de azul y la madera era violeta.

Sin embargo, María estaba feliz porque el chico parecía concentrado en el dibujo, mordiendo su lengua, con su expresión fija.

MUÑEQUITO DE PORCELANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora