30.

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Steve perdió de vista a Tony cuando más patrullas policiales llegaron de pronto junto con las ambulancias. El lugar se llenó de oficiales por todas partes y él estaba algo mareado por el dolor, su costado ardiendo gracias a la bala que lo golpeó en esa parte, pero el chaleco anti-balas logró repeler.

Lo subieron a una ambulancia, separado de Tony, y llevaba ya muchos minutos metido en un cubículo del hospital sin saber qué estaba pasando, hasta que su mamá llegó de pronto.

―¿Steve? ―levantó la vista al oír la suave voz de su mamá, chocando con sus ojos asustados―. Oh, Steve, ¿qué pasó...?

Ella se adelantó y lo abrazó con desesperación, provocando que se pusiera a llorar. Steve volvió a llorar porque tenía miedo de lo que acababa de ocurrir, porque no podía sacarse de la cabeza la visión de Tony ensangrentado y herido, porque su cuerpo dolía y todo estaba muy mal.

Steve sabía que las cosas ya no serían iguales para nadie.

―Lo si-siento, mamá... ―sollozó apenas.

―Está bien ―dijo ella con su tono apretado―, con papá también lo sentimos mucho. No hemos... ―la mujer besó su cabello―, no hemos sido buenos padres. Perdónanos, Steve.

Sorbió por su nariz, limpiándola con la manga de su sudadera y dejando que su mamá lo meciera para tranquilizarlo. Pasados unos minutos, la cortina fue abierta otra vez y dos rostros más se asomaron: Susan y su papá. Ambos entraron con rapidez, con Susan casi corriendo a su lado.

―Steve, tenía mucho miedo ―dijo Susan, tomándole la mano―, no entendimos mucho, ¿qué ha pasado?

Steve negó con la cabeza, incapaz de hablarlo en ese momento, pues sería contar toda la historia desde el inicio. Desde que Tony tenía tres años, el contar todo lo que le hicieron, explicar qué estaba haciendo él ahí.

Él no podía lidiar con todo eso ahora.

Poco después, llegó un doctor que le dio pequeñas indicaciones: le quedaría un moretón por el impacto, pero no había ningún hueso roto u órgano dañado, además que debía descansar los siguientes días. Luego, aparecieron dos policías para recoger su testimonio.

―¿Y el policía Fury? ―preguntó, aturdido.

Ambos oficiales se miraron.

―Ha sido quitado del caso ―respondió uno.

Steve quiso discutirles, sin embargo, sabía que eso podía ser considerado una falta de respeto, así que les contó todo desde un inicio: su discusión con Tony.

Cuando acabó, uno de los hombres dijo que probablemente sería llamado de testigo para el juicio, por lo que seguirían en contacto con él, retirándose de allí. Sus padres lo miraron con ojos como platos, con Susan casi temblando.

―¿Tony estará bien? ―preguntó la chica.

Steve no lo sabía, así que no respondió, ya que no iba a mentirle nunca más.

En el pasillo, Bucky también fue interrogado junto a Sam, que le tomaba la mano y hacía círculos en su piel para calmarlo un poco. El mayor notaba lo tenso que estaba, además de que todavía no habían visto a Tony en ningún momento, sólo recibieron una llamada que el tío de Tony, Hank, contestó y partieron al hospital. La abuela Silvia y Hank desaparecieron junto a Pepper, que trató de tranquilizarlos dentro de lo posible, pero ahora no tenían mayor contención que al otro.

Los policías se despidieron cuando recogieron la información suficiente, dejándolos solos. Bucky miró de reojo a Sam.

―Gracias ―le dijo, aunque su voz salió como un graznido― por... por esto. Por estar aquí conmigo.

MUÑEQUITO DE PORCELANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora