28.

109 12 2
                                    

ADVERTENCIAS DE CAPÍTULO: Mención de abuso sexual, viol*ción, p*dofilia.

Este capítulo también posee violencia gráfica, sangre y una escena muy delicada. Tengan discreción y cuidado.

No fue necesario que pasaran las veinticuatro horas para que declararan a Tony como desaparecido, no cuando las cámaras de la ciudad grabaron el momento exacto en que Shaw se lo llevó

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No fue necesario que pasaran las veinticuatro horas para que declararan a Tony como desaparecido, no cuando las cámaras de la ciudad grabaron el momento exacto en que Shaw se lo llevó.

Steve dio su declaración cerca de diez veces, todas a distintos policías, mientras Bucky trataba de controlar las salientes lágrimas que escapaban de sus ojos cada tanto.

—Será mejor que vayan a casa —dijo el último policía con tono amable—, este no es ambiente para niños como ustedes.

Steve quiso replicar, aunque sabía que, en el fondo, algo de razón tenía. Bucky y él no podrían hacer nada porque eran sólo dos adolescentes, ni siquiera los padres de Tony tenían las capacidades para actuar.

Sólo debían esperar y eso lo hacía sentir... impotente.

Dejó a Bucky fuera de la casa de su mamá sin decir otra palabra, era casi la una de la mañana y realmente necesitaba dormir, por muy poco que fuera. Sabía que, cuando despertara, iría otra vez a casa de Tony para saber cualquier cosa. Lo que fuera.

Él lo único que quería era que estuviera a salvo y pedirle perdón por todo lo que hizo.

Bucky se bajó, apenas despidiéndose, así que Steve no tardó en ir a su casa. Para su fortuna, sus padres ya estaban durmiendo, por lo que sólo subió a su cuarto y se acostó. Sorpresivamente, cayó dormido de inmediato.

Aunque durmió mal, con pesadillas que no podía recordar bien, pero le hicieron transpirar el resto de la noche y parte de la mañana. Despertó con los ojos lagrimosos y ojeras marcadas en su rostro. Lo primero que hizo al levantarse fue revisar su móvil, esperando ver algún mensaje —de quién fuera—, donde le decían que Tony estaba a salvo. Estaba con ellos.

Pero no había nada. Sólo silencio helado que provocaba que su estómago se revolviera por el dolor.

Frotó sus ojos, sentándose sobre la cama un momento para luego ir al baño y darse una ducha. Iba a desayunar y luego iría donde Tony, aunque no sabía si iba a lograr que su estómago digiriera algo por la situación en la que estaba.

Menos cuando, una vez vestido, entró al comedor y se quedó quieto.

¿Qué mierda?

—¡Steve! —dijo su mamá con una sonrisa amplia—. Peggy ha venido a desayunar con nosotros, ¿no es una buena chica?

Steve miró a Peggy entremedio de sus padres con una sonrisa amable y dulce, pero en ese instante, sólo la odió. Susan, sentada también, lucía incómoda y fuera de lugar, como si no supiera qué decir.

MUÑEQUITO DE PORCELANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora