001. Una Sopa Instantánea Y Espontánea

352 50 8
                                    

"Moriría por ti, cariño. Haría lo que fuera para demostrarte que soy tuyo" El señor Futamoto prometió con sinceridad. Era como si estuviera diciendo sus últimas palabras, su mantra, su promesa eterna. Sus ojos verdes miraban los de ella con intensidad. Quería memorizar cada detalle de los ojos azules que habían hechizado su corazón y alma. Los subtonos celestes de su iris, la profundidad de sus pupilas azabache y la longitud de sus pestañas coquetas.

Ella no sabía qué decir. Sus labios temblaban por el frío de las gotas de lluvia que la cubrían de pies a cabeza. Quería decirle que lo amaba, que lo deseaba y que era el único hombre en su vida. Él no se contuvo más, la acercó con sus fuertes y cálidos brazos para...

El timbre del penthouse sonó haciendo que Nao perdiera la concentración en su narrativa. Se alejó de la pantalla de su computadora y se recargó molesta en la silla de su oficina. Espero unos segundos y el timbre sonó de nuevo. Ella suspiró pesadamente antes de quitarse sus lentes especiales para la computadora y salió de la oficina a paso rápido para atender al inesperado invitado. Camino hacia la puerta principal para abrirla para encontrarse con Sukuna y Geto, los amigos de su compañero de piso.

Sukuna era un hombre alto, lleno de tatuajes estilo tribal y cabello colorado en un peinado puntiagudo. Siempre llevaba una sonrisa coqueta pegada al rostro demostrando que nadie le puede quitar su confianza con facilidad. Geto era un hombre de estatura similar, cabello largo negro, mandíbula afilada y con perforaciones que le daban carácter. Era un poco más serio que el anterior, pero al ser amigos nada bueno podría salir de ahí.

—Hola, preciosa. ¿Se encuentra Toji? Tengo que pedirle un favor—. Preguntó Sukuna mientras se quitaba los lentes de sol y se los colocaba sobre la cabeza. Ambos siempre estaban vestidos con sus marcas de lujo favoritas. No era raro que las mujeres los encontrarán atractivos si siempre vestían y olían bien.

—Iré a buscarlo, de seguro está dormido—. Contestó Nao dejándolos pasar a la residencia. Los amigos, ya acostumbrados a pasearse por la casa como si fuera propia, entraron y se dedicaron a buscar alguna botana en la cocina mientras esperaban.

"Invitas a tus amigos y yo los termino recibiendo" pensó Nao fastidiada. Vivir con Toji no era necesariamente algo malo, ya que era limpio, amable y comedido. Lamentablemente, como cualquier compañero de piso, tenía sus desventajas. Dormía hasta tarde, sus amigos siempre estaban en la casa y a veces no lavaba los platos cuando le tocaba.

Nao subió las escaleras que llevaban a la habitación principal del penthouse y se acercó a la puerta de esta. Se rió para sí misma cuando pudo escuchar los ronquidos sonoros de Toji. Eran las 3 de la tarde y seguía dormido. Toco la puerta y llamó su nombre para ver si se despertaba, pero nada. "Justo como lo pensaba" se dijo Nao así misma, ya que conocía el famoso sueño pesado de su roomie.

Abrió la puerta y ahí estaba en toda su gloria. Toji dormido boca abajo, completamente desnudo. Antes solía dormir en calzoncillos y camisa, pero adquirió un nuevo hábito desde que azotó el verano en Japón. Se quedó estudiándolo un segundo para los capítulos que escribiría en el futuro para su novela erótica. Sus pies grandes, sus piernas largas, sus muslos fuertes, su gran trasero, su espalda perfectamente esculpida, sus hombros anchos y su cabello negro que decoraba su cabeza. Era un dios griego sin nombrar y los ojos de la chica siempre se sentían bendecidos cada vez que podía verlo en ese estado. Eso era lo único que hacía que le perdonara sus fallos humanos.

Nao sonrió para sí misma antes de tomar una almohada blanca de la cama, fingió recargarla como un arma ficticia y se la azotó en la espalda.

—¡Es hora de despertar!—. Exclamó con entusiasmo. Toji gruño en queja y Nao le azotó otro golpe de plumas.
—¡Tus amigos están aquí!—. Él se levantó a duras penas y la miró molesto. Nao solo le sonrío antes de azotarle otro golpe en la cara. Ella se río a carcajadas al ver la expresión de sorpresa del hombre ante ese ataque sorpresa. Toji le lanzó su almohada y ella la evadió con su propia almohada.
—¡Arriba, arriba, arriba!—. Cantó alegremente para molestarlo aún más.

Cambio de Propietario (Toji Fushiguro X Fem!OC) JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora