013. Un Flechazo y Un Rechazo

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—¿Alguna vez se han puesto a pensar que hay más nalgas en el mundo que personas?—. Pregunto Nao en voz alta para que los demás pudieran escucharla sobre la radio.

—¡Tienes razón!—. Sukuna dijo, mirándola sorprendido con los ojos rojos.

—A veces extraño las nalgas de mi esposa—. Susurro Toji antes de fumarse el resto del porro que estaban compartiendo. Nao y Sukuna se quejaron por qué se lo acabo.

—Malditos drogadictos de mierda—. Geto suspiro molesto.

Eran las 3 de la mañana y Geto los estaba llevando a casa, ya que él era el que menos había tomado de todos. Bajo las ventanas del auto para que el humo no le afectara al manejar. Toji controlaba el estéreo desde el asiento pasajero, mientras que Nao y Sukuna cantaban a todo pulmón, a pesar de no saberse la letra de las canciones en inglés que pasaban en la radio. A pesar de ser la madrugada, tenían tanta energía como si la noche estuviera por empezar.

Toji ayudó a Nao a bajar del auto una vez que llegaron a los condominios, se despidieron de Geto y Sukuna antes de alejarse tambaleando hacia el hogar que compartían. El dúo de delincuentes los observaron interesados en cómo Toji trataba a Nao. A pesar de su gran físico, la trataba como si fuera tan frágil como una muñeca de porcelana. Era divertido verlo tan enamorado de alguien. Siempre negaba que le interesaba estar con ella y ahora, estaba entre sus brazos y agarrándole el culo para que no se cayera.

—Hoy van a coger como conejos, ¿no?—. Sukuna pensó en voz alta en cuanto entraron al edificio.

—Sip—. Geto contestó. A lo que ambos estallaron en carcajadas al alejarse por la calle.

Nao y Toji entraron a duras penas al penthouse. Caminaban en zigzag mientras carcajeaban por verse tan estúpidos. Nao, por pereza de entrar al walking closet, se empezó a quitar la ropa en cuanto entró a la cocina y terminó solo en ropa interior. Abrió el refrigerador para comerse lo primero que pudiera encontrarse. El estómago le estaba exigiendo comer algo por la marihuana. Esculco entre los tarros de condimentos hasta encontrar el tarro de los pepinillos que estaba hasta el fondo. Se sentó sobre la barra para comerse los pepinillos como si fueran la cosa más deliciosa del mundo.

Toji siguió el rastro de ropa hasta encontrarse con el cuerpo desnudo de su compañera de piso. Mascaba el pepinillo en grandes pedazos hasta llenarse la boca. Parte del jugo se resbalaba por el costado de sus labios, pero a ella no parecía importarle en lo más mínimo. Estaba en la comodidad de su casa y ella haría cualquier cosa que quisiera. Una sonrisa confianzuda apareció en el rostro de Toji en cuanto se acercó a ella, intentando componer su postura. Nao le ofreció el tarro de pepinillos con indiferencia, ya que estaba muy ocupada satisfaciendo sus necesidades.

—¿Quieres uno?—. Ella le preguntó antes de meterse lo que quedaba del pepinillo a la boca.

—Claro—. Toji contestó antes de abrir la boca.

Nao rio al darse cuenta de lo que quería. Sacó un pepinillo del frasco para dárselo en la boca. Hizo el sonido de un avión entre risas torpes antes de que aterrizara en su boca, como si le estuviera dando de comer a un bebé. Ambos se empezaron a reír como idiotas mientras Toji se comía a duras penas el bocado. Era como si el mundo se hubiera detenido y solo ellos existían en este pequeño plano existencial. No había música alta, autos ruidosos ni peatones regresando a su casa. Solo eran Toji, Nao y un frasco de pepinillos en una sinfonía de carcajadas estúpidas.

Toji no se la había pasado tan bien desde antes de que esposa muriera. La extrañaba cada día más con fuerza, como si hubiera fallecido ayer. Solía ser su vida entera. Extrañaba los días en que regresaba a casa del trabajo, besaba a su esposa en la frente mientras ella preparaba la cena mientras que Megumi jugaba en su cunero. Aquellos días tranquilos en donde no había nada que compartir en la cena porque nada interesante había pasado en el trabajo. Aquellas noches en donde veían películas en familia, en donde su esposa se comía todas las palomitas y su bebé dormía cómodamente en su regazo. Aquellos momentos fugaces en donde podía tomar a su esposa en cuerpo y alma en cualquier parte de la casa, mientras que su amado hijo dormía la siesta. Hacerle el amor en el cuarto, baño o cocina. Aquellos eran los días.

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⏰ Última actualización: Aug 18 ⏰

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Cambio de Propietario (Toji Fushiguro X Fem!OC) JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora