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-¿D-Disculpa? - ______ tartamudeó.

Sus ojos cafés se abrieron como platos mientras miraba al hombre que tenía enfrente, sentado ante el lujoso escritorio de roble. Seguramente no había oído bien. Bajo ningún concepto...

-Ya me has oído, Taylor. - Murmuró. Su intensa mirada se clavó en la suya con expresión inquietante. - No lo diré dos veces. -

_______ le miró boquiabierta, demasiado aturdida para hablar. No podía creer lo que estaba oyendo, no podía creer que ese hombre, Aidan R. Gallagher, estuviese sugiriendo (mejor dicho, exigiendo) semejante cosa. En cualquier otra situación su respuesta habría sido "Sí". Bajo estas circunstancias su orgullo sólo le permitía decir... "No." Sacudió la cabeza, tragando bruscamente al mirarlo.

-No me utilizarás de esa manera, Aidan. No puedo creer que te atrevas siquiera a sugerirlo. - Susurró. Él arqueó las cejas, pero, por lo demás, permaneció tranquilo e impasible. Su mirada arrogante recorrió todo su cuerpo de arriba a abajo, desnudándola. Esto era demasiado teniendo en cuenta que había pensado que tendrían un encuentro improvisado, pensó ______. La manera en que él intentaba dominar la situación no tenía nada de improvisado. Apretó los dientes con fuerza pensando que el muy bastardo probablemente estaría disfrutando un montón con su incomodidad. ¿Pero, acaso podía culparlo? Si las circunstancias fueran a la inversa, pensó, no sabía cómo lo trataría. Aidan suspiró. El hombre que había protagonizado más sueños húmedos durante su adolescencia de los que podría recordar, finalmente se había fijado en ella como mujer. Tenía veinticinco años y había esperado mucho, mucho tiempo para que este momento se hiciera realidad. Pero ahora que había llegado, ______ pensó malhumoradamente, tenía que rechazarlo. Se percató de la ironía. A sus treinta y tres estaba quizás aún más guapo que la primera vez que le había puesto la mirada encima con sus quince años. Se había enamorado instantáneamente de él, un hombre de veintitrés años, pero no había necesitado una gran experiencia social para darse cuenta de que esta atracción era y sería siempre unilateral. Los hombres con el aspecto de Aidan no se conformaban con mujeres como ______. Ni siquiera si esa mujer era la hija del hombre más rico de Atlanta, Georgia. Si había una cosa que había aprendido relacionándose desde niña con la más alta categoria de la sociedad, era que los hombres atractivos y poderosos deseaban esposas trofeo, hermosas, altas y esqueléticas. Deseaban mujeres que comieran ensalada y bebieran agua mineral y que se creyeran que eso era una comida; no una mujer que comía filetes y papas al horno (rebosantes de mantequilla y cremas, por supuesto), bebía refrescos con azúcar, y gozaba de todo esto sin el más mínimo remordimiento. Deseaban mujeres con extremidades lo bastante largas como para abarcar el tronco de un árbol, no una mujer cuyas piernas eran relativamente cortas. ______ suspiró. Estaba claro que nunca sería exquisitamente femenina. Caminó hacia la puerta de la oficina, y después se paró a medio camino. Volteó la cabeza, mirándolo por encima del hombro. - Independientemente de lo que decidas hacer; - Dijo suavemente. - Quiero que sepas que estoy y he estado siempre en contra de lo que te hizo mi padre. - Le dio la impresión de que su mirada tensa se relajaba levemente pero no podría asegurarlo. - Y no hablo por hablar. - De hecho, ella había sido la principal defensora de Aidan. Cuando su padre le dio la espalda a su joven protegido, echándolo como si fuera un desechable sólo para ganar un dinero fácil, ______ se murió de verguenza. Pasaron muchos años antes de que ella pudiera perdonarlo y relacionarse con él como se supone que deben hacerlo padre e hija. Y aún así, habían pasado algunos años más antes de que la tensión entre ellos se rejajara.  - Adiós, Aidan. - Susurró.

Continuando su camino hacia la puerta. Suspiró. Desearía que las cosas hubieran resultado de otra manera. Y sobre todo desearía haber podido cumplir sus fantasías de acostarse con Aidan sin que ésto fuera el resultado de un sacrificio por su familia. Pero a los ojos de Aidan Gallagher, estaba segura, uno de los sacrificios que tenía que pagar por los pecados paternos. Y puesto que su padre estaba muerto y ahora era ella la dueña de Taylor Chemicals, francamente, sólo había una mujer que pudiera pagar por ellos...

𝐏𝐞𝐜𝐚𝐝𝐚𝐬 𝐏𝐚𝐭𝐞𝐫𝐧𝐚𝐬 [ᎀᎅᎀ᎘᎛ᎀᎄɪᎏ́Ɏ] (𝓐. 𝓖.) [✔] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora