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Luego de tanto caminar, porque no veía razones para correr, Dazai se encontró una cabaña, algo pequeña, como si para enanos estuviera diseñada. Era de madera marrón oscura con ventanas con un marco del mismo material pero de distinto color, blanco. El techo era de piedra y había una chimenea de la que no salía humo.

Suicidanieves decidió entrar al lugar y se encontró con una habitación llena de camas, exactamente 7, una cocina y un lugar que suponia que era un baño. Todo era bastante pequeño, demasiado.

Dazai busco comida en la blanca heladera y encontró una naranja y decidió comerla ya que tenía hambre. Tanta caminata le había abierto el apetito.

Se sentó en una de las 7 sillas que habían rodeando una mesa, parecía ser el comedor. Cuando iba a la mitad de su comida se abrió la puerta haciendo que se escuchase un chirrido. Dazai se sorprendió al ver quiénes venían.

Eran enanos, tanto que parecía que tuviesen una enfermedad que anule el crecimiento. Vio un estante alto (alto para los llegados) y le dio pena que no pudiesen llegar para agarrar lo que hubiera ahí, que era... vomito de oruga. Bien, ahora dejo de sentirse mal por ellos. ¿Por qué tenían eso?

Los seres diminutos también se sorprendieron, entendible, pues había un desconocido comiéndose la naranja que Atsushi, un enano albino con ojos morados con un toque de amarillo había dejado ahí.

-¿¡QUIEN ERES Y QUE HACES AQUI?!- pregunto un pequeño de pelo rubio ondulado atado en una coleta y ojos amarillos afilados.

-La naranja está rica- dijo de la nada, como si fuera una respuesta a la pregunta gritada por el enano-, ¿dónde la consiguieron?

-La cultivamos.- dijo otro enano, este era rubio con ojos grandes marrones y pecas, también tenía una mirada amable y una bella sonrisa.-¿Quiere alguna otra?

-¡Kenji!- dijo el enano gruñon- ¡No le ofrezcas naranjas a un desconocido! ¡Menos a uno que entró a nuestra casa de repente!

-Pero Kunikida-San, le gustaron las naranjas...

-Kenji, ¿lograste cultivar dulces?- dijo ahora un tercer enano de pelo marrón oscuro casi negro, con lentes y los ojos cerrados, también tenia una gorra marron.

-Los planté en la tierra, supongo que tardará un poco en dar frutos.

-¿Y si los riegas con azúcar?- sugirio Dazai, provocando que Kunikida lo mire de mala manera, desconfiado.- A las plantas normales se las riega con agua, quizás con los dulces sirva el azúcar.- Explico.

-¡Es buena idea, desconocido-San-dijo el de ojos cerrados.

-Me llamo Dazai Osamu.

-Ranpo- se presento-. Edogawa Ranpo. ¡Te presentaré a los demás!

Ranpo parecía agradarle bastante Dazai, al contrario, Kunikida aun le parecia sospechoso, pues un tipo todo vendado y con ropa de realeza andaba en su casa como si fuera la propia.

-Este- Ranpo señaló a un albino- es Atsushi, la naranja era para él.

-Perdona, Atsushi-Kun- se disculpó Dazai aunque no le contestó.

-Katai es ese que ya se fue a dormir- señaló una cama que arriba tenía un futón en el que dentro se encontraba ese Katai.- Ella es Yosano-San- ahora señaló a una pelinegra con un adorno dorado de mariposa en su cabello y ella lo saludó con la mano gentilmente. - Y ella es Kyoka- señaló a una enana de pelo azul oscuro y ojos celeste- es algo tímida y le gustan los conejos.

-¿Y que hace aquí, Dazai-San?- preguntó Atsushi.

Dazai explicó la situación a esos amistosos enanos y Kunikida. El gruñón ya no parecía tan molesto con Dazai porque sabía como era Fyodor, había ido alguna que otra vez al Reino a comprar cosas y una vez lo vio comprando un espejo. Dijo que quería el mejor y le dieron uno mágico. Por lo que logró ver, parecía algo desagradable, como capaz de matar a todos solo por gusto.

-Puede quedarse si lo necesita- dijo Kenji a Dazai.

-Mientras no se coma todas mis naranjas esta bien- comentó Atsushi.

Todos aceptaron y, para la sorpresa del suicida, Cuatro Ojos Gruñon-San también.














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Blancanieves- Soukoku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora