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𝟬𝟬𝟯.━━━━ ❛ FIRST MORNING ❜
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La pequeña habitación, que hace un par de horas se encontraba en completa penumbra, ya estaba iluminada por la luz del amanecer que se filtraba a través de las ventanas de la cabaña, anunciando el inicio de nuestro primer día en el campamento.
Dormía plácidamente sobre el no tan cómodo colchón hasta que unos movimientos en la litera de arriba me hicieron gruñir por lo bajo, revolviéndome entre las sábanas en un intento de seguir durmiendo. Supuse que quien dormía sobre mí había bajado para hacer quién sabe qué.
Sin embargo, al estar medio despierta, pude escuchar cómo dos personas hablaban en voz baja no muy lejos de mí. Después de un largo debate conmigo misma, finalmente decidí abrir los ojos, siendo cegada por la luz de la mañana.
Me restregaba los ojos somnolienta. A pesar de haber dormido en una cama igual de blanda que una tabla de madera, no había tenido un mal sueño. Mi mirada entrecerrada se dirigió hacia la litera de enfrente, solo para encontrarme con Hiori y Otoya sobre la cama del primero, hablando entre susurros. El de cabellos cian estaba rebuscando algo en su mochila hasta que, tras un momento, sacó una diadema, una pinza y un bote de crema.
Me enderecé un poco mientras trataba de ahogar un bostezo con la mano, llamando así la atención de los dos madrugadores.
—Oh, ya despertaste —dijo Otoya con la misma cara inexpresiva de ayer.
—Buenos días, (n) —saludó Hiori mientras se colocaba la diadema, apartando su flequillo y dejando su rostro completamente visible. No pude evitar esbozar una pequeña sonrisa al ver esto.
—Buenos días, chicos. ¿Qué están haciendo? —pregunté, intrigada.
—Voy a ponerme esta crema en la cara —explicó Otoya mientras señalaba el bote que sostenía Hiori, quien, ligeramente avergonzado, desvió la mirada—. Lo pillé esta mañana buscando un bote crema como si su vida dependiera de ello. ¿Te unes?
Evité soltar una inevitable risita al ver la vergüenza que invadía a Hiori, pero asentí con la cabeza mientras me levantaba lentamente de la cama y me acercaba a ellos. Otoya hizo un espacio a su lado, indicándome que me sentara allí, lo cual hice.
