Oh esperada epifanía

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Sus sentimientos habían salido a flote, pero tenía miedo, miedo de que lo rechacen, de todo en realidad. Porque lo que sentía era solo eso. Miedo. Temor.

Y qué tal si nunca podría dejar atrás lo que le sucedió? Estaba claro que no era su culpa, había sido un niño. Pero...¿Lo juzgará si le cuenta? ¿Lo hará? Tenía tantas dudas, que él mismo no podía responderlas y eso era lo que más le molestaba. No tener respuestas.

Se mudo un poco después, sus padres estaban felices por su propia independencia y le dejaron en claro que en todo momento llamarían, por su seguridad. Además de hacerle visitas y video llamadas casuales para conversar.

Estaba intensamente agradecido por eso.

No había hablado con él albino, por lo que no sabe que ya no tomaría ese mismo bus de siempre..Ahora que sabía lo que su corazón sentía, era imposible no pensar en lo que el mayor pueda pensar al respecto.

Moviendo sus últimas maletas en el auto que si abuela envió para él, dejó sus pensamientos  a un lado por un momento. Aunque no quisiera en realidad.

— Llevaré a mi gato después de instalar todo, cuiden de él por favor. — Acarició al minino quien se restregaba en su pantalón delgado.

Leslie asintió llamando al animal, cosa que acató de inmediato llendo a sus brazos.

— Mañana lloverá, hijo. Abrígate mucho y si tienes problemas-

— Los llamaré. — Repitió Ray. Sus padres lo miraron preocupados. — Todo estará bien, tengo la edad suficiente para valerme por mi mismo, gracias a ustedes soy la persona de la que estaría orgulloso. Soy fuerte, y les prometo que ante todo, nunca cometería un error.

Isabella asintió un poco triste. Su hijo había crecido tanto, que le dolía verlo irse y vivir su propia vida.. — Te queremos, hijo.

Leslie sostuvo la mano de su esposa y asintió. — Lo hacemos.

— Y yo a ustedes. Muchas gracias por todo. — Hizo una venia en forma de respeto que duró un  poco, ya que el taxi estaba por llegar y se podía visualizar a lo lejos. — Ya es momento.

El vehículo se estacionó y el conductor salió para abrir la puerta. Ray miró a sus padres e hizo una venia algo larga, no se iba a otro continente pero si se alejaría mucho de sus padres. Los iba a extrañar mucho.

El conductor preguntó si podía meter las maletas y con un sentimiento del pelinegro hizo lo dicho.

Para cuando las nubes cubrieron por completo al sol, ya estaba frente a un gran edificio de estructuras complejas y hermosas.

El buen hombre le ayudó con sus maletas, bien lo pudo hacer solo pero no quería ser mal educado con el señor que se ofreció. Se despidió y entregando el dinero y rechazando el cambio de vuelta, entró a paso lento.

Pasó por recepción y con ayuda de un chico alfa —Muy amable— llegó hasta lo que sería su hogar.

La recepcionista le indicó el número de su habitación, estrechando la llave con gentileza.

Agradeciendo la amabilidad de la beta, fue al elevador para continuar su excursión por el edificio.

Piso 12

Marcó la pequeña pantalla, y las puertas se abrieron, mostrando un largo pasaje con alfombra blanca a lo largo de él. Cuando dio el primer paso, sus ojos estaban muy abiertos, jamás creyó que podría vivir en un lugar así, tampoco era de su agrado, pero...

Solo llego a soltar un suspiro abatido.

— Es bonito, ¿no crees?

Se sobresaltó al escuchar a alguien a su lado y no sentir el aroma de aquella persona. Era unos centímetros más alto, de cabello oscuro y una tez bronceada, ademas de ojos razgados, con una simpática sonrisa adornando su rostro, y sobre todo, alfa.

𝗘𝗰𝗹𝗶𝗽𝘀𝗲 𝗢𝗳 𝗟𝗼𝘃𝗲 - Noray Donde viven las historias. Descúbrelo ahora