recuerdos que dejé atrás

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Para Isabella, la vida siempre había carecido de brillo. Desde muy joven, comprendió que lo cotidiano podía ser tan monótono como desolador. Sus padres, lejos de ofrecerle refugio o amor, eran la raíz de su infelicidad. Su madre, una alcohólica perdida, y su padre, un apostador compulsivo, apenas pasaban tiempo en casa. Como betas, ambos se habían aferrado a ella como si fuera su única salida de la miseria. Pero Isabella no quería cargar con sus demonios. Un día, con el valor que sólo la desesperación puede otorgar, escapó de esa prisión emocional y física.

Con el tiempo, logró reconstruir su vida, aunque las cicatrices de su pasado permanecían. Había encontrado un trabajo como guardia de seguridad, un empleo que, si bien no era glamoroso, le ofrecía algo invaluable: estabilidad y una rutina que le daba paz.

Años después, cuando el peso del vacío parecía haberse asentado en su vida, todo cambió al conocer a Leslie Hayashi. Él era la encarnación de un sueño: delicado, elegante y tan lleno de vida que resultaba imposible ignorarlo. Cada movimiento suyo irradiaba gracia, cada mirada contenía una chispa especial. Leslie era bailarín de ballet en la escuela donde Isabella trabajaba, y desde el primer instante en que lo vio, algo en ella despertó.

Al principio, lo saludaba tímidamente cada vez que él pasaba cerca. Leslie, siempre cortés, le devolvía la sonrisa con esa calidez que parecía iluminar cualquier espacio. Para Isabella, esos breves intercambios eran más que suficientes para alegrar su día.

¿Fue amor a primera vista?

Sin duda.

Leslie no era simplemente un joven cualquiera. Era hijo de Emiko Hayashi, una de las más grandes celebridades de su época. Emiko era una cantante de ópera mundialmente reconocida, famosa por su talento innato y su voz melodiosa que podía emocionar a cualquiera. Su presencia, tan etérea y su belleza incomparable, atraían la atención tanto de alfas como de betas de la más alta alcurnia. Era un ícono de elegancia y poder.

Para Isabella, descubrir que Leslie era hijo de esa mujer era como recibir un puñal helado en el corazón. Sabía que, aunque su amor por él era genuino, nunca podría tenerlo. Esa realidad la destrozaba. No podía acercarse a él, y esa distancia le dolía más de lo que podía admitir. Sin embargo, a pesar de todo, su amor por él crecía cada día, y aunque trataba de luchar contra ese sentimiento, sin quererlo... lo amaba.

Por eso, cuando el tímido y hermoso Omega se acercó a ella en busca de ayuda, Isabella no dudó ni un segundo.

Desde ese día, el hermoso chico de pecas, comenzó a visitarla con frecuencia para charlar, y ella no podía evitar sentir una felicidad inmensa en el alma cada vez que lo veía. La calma la envolvía cuando el menor se sentaba junto a ella, y sin querer, dejaba escapar un delicado aroma dulce que la hacía sentir aún más cerca de él.

-Isabella, ¿cuántas parejas has tenido? -preguntó de repente.

Isabella, sorprendida por la pregunta, fingió pensarlo por un momento.

-Como diez.

-...

Leslie la miró con una expresión extraña, claramente decaído por su respuesta. La determinación que antes mostraba se desvaneció de su rostro. Isabella soltó una suave carcajada al ver la expresión de Leslie.

-Era broma, no es cierto.

Sonriendo, Isabella intentó acercarse un poco a él, pero él rechazó su tacto y se levantó abruptamente, dejándola sorprendida. Su sonrisa se desvaneció.

-Tengo que ensayar. Nos vemos después, Isabella.

Relatar cómo el amor entre ellos fue creciendo con el tiempo sería una historia aparte, pero Isabella no podía evitar sentirse inmensamente agradecida por haberlo conocido, a pesar de todas las dificultades y de la oposición constante de la alfa mayor, la madre de Leslie.

𝗘𝗰𝗹𝗶𝗽𝘀𝗲 𝗢𝗳 𝗟𝗼𝘃𝗲 - Noray Donde viven las historias. Descúbrelo ahora