SUEÑO

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Tengo un sueño inmenso y profundo, pero hay cosas, incluso personas, que influyen en mí para dejarlo atrás.

He notado cómo me siento después de que alguien me dice que solo es un sueño absurdo y tonto, que jamás se logrará, que no es más que un invento sin sentido, y que nunca llegaré a alcanzar nada. Estas palabras resuenan en mi mente, tratando de eclipsar la luz que intento mantener encendida.

Mi día a día está lejos de ser color de rosa. Está teñido de tonos grises, opacos y oscuros. Por más que deseo que haya color en mi vida, parece que las personas se empeñan en apagar cualquier destello que intente brillar.

Pero, ¿lo están logrando?

¿Me están causando daño?

¿Me hieren sus palabras?

La verdad es que sí, me hacen daño. Esas palabras duelen, como pequeñas punzadas que intentan desgarrar mi espíritu. Pero, paradójicamente, ese mismo dolor se convierte en mi mayor fuente de energía, en la chispa que me impulsa a seguir adelante, a avanzar contra viento y marea, y a derrotar los obstáculos que se interponen en mi camino.

¿Qué tan difícil es mi sueño para no poder lograrlo?

Difícil, sí, pero no imposible. He llegado a entender que los grandes sueños suelen parecer inalcanzables para aquellos que no tienen el coraje de perseguirlos. Pero yo no quiero conformarme con lo que otros consideran posible. Mi sueño puede ser arduo, pero no es inalcanzable.

A veces desearía que todo lo malo que experimento fuese solo un mal sueño, algo de lo que pudiera despertar, sacudirme, y darme cuenta de que solo fue eso: un sueño.

Pero incluso si la realidad es dura y las sombras parecen persistir, sé que dentro de mí hay una luz que no pueden apagar. Es esa luz la que me recuerda que los sueños que valen la pena nunca son fáciles de alcanzar. Y aunque el camino esté lleno de dificultades, sigo adelante, porque sé que ese sueño, por difícil que sea, es posible.

𝐅𝐫𝐚𝐠𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐃𝐞𝐥 𝐀𝐥𝐦𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora