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Pisadas imponentes resonaban a lo largo del pasillo mientras los subordinados se inclinaban respetuosamente saludando a su joven jefe que avanzaba seguro por el piso de mármol negro, este les regalo una sonrisa amable cuando se irguieron, que fue correspondida casi al instante ante de seguir con sus labores en la oficina. Tenía tan solo 25 años pero Mark Lee ya había logrado más de lo que se esperaba de él, al ser hijo del líder de la organización.

Ser uno de los pocos o más bien el único de su clase en un trabajo como el que llevaba no era nada fácil, él lo sabía y estaba lo suficientemente consciente cuando tomó la decisión de llevar aquel negocio familiar. Al principio, cuando se manifestó como un omega, su padre se sentía perdido, un omega en el mundo de la mafia no era muy común de ver a menos de que se tratarán como mercancía.

El alfa mayor pensó que su linaje terminaría ahí a menos que se formalizará un contrato matrimonial con algún alfa de alto mando y si tenían suerte, su hijo procrearía un alfa que pudiera liderar y cuidar el legado familiar, si bien, Mark se negó a ello, y después de varias pruebas e insistencias, logró convencer a su padre de su capacidad y esfuerzo para ser el jefe de la familia.

Ahora él se encontraba golpeando la puerta de la oficina de su padre suavemente, esperando por la autorización para entrar, segundos después, la puerta fue abierta para él, y el secretario Jun le dio los buenos días al mismo tiempo que le dejaba el camino libre para que entrara. Mark se posicionó frente al escritorio de su padre, se inclinó en respeto y dejo que el hombre de cabello negro y canoso terminara el contendio de su taza de cafe mientras miraba por la ventana.

— ¿Entonces? — preguntó con curiosidad el mayor, despegando la taza negra de sus labios, con la mirada aún fija en la ciudad que comenzaba a despertar debajo de ellos — ¿Encontraste al hijo de puta?

— Uno de mis hombres me informó que cruzó nuestro territorio hace tres días, aún no hay informes de que haya salido así que lo más seguro es que siga aquí. La camioneta que utilizó para escapar fue encontrada abandonada a unos 700 kilómetros lejos del almacén de donde tomó el cargamento, había varios hombres muertos alrededor, por lo que se ve en las cámaras de seguridad, los hombres eran sus cómplices pero los traicionó a último momento. Aún seguimos buscándolo.

El alfa se giró a mirarlo con el rostro serio.

— ¿Eso es todo?

—También escuchamos ayer que una organización yakuza capturó a uno de los hombres de algún gremio unas semanas atrás, parece ser que solo era un beta, creemos que pertenecen al mismo grupo. Fuera de eso, no sabemos más.

Su padre soltó un suspiro cansado, dejando su taza de café en el escritorio de cristal tomó asiento frente a esté, retirando sus lentes y presionando su tabique nasal con dos de sus dedos. Estaba furioso, sus feromonas molestas se propagaban cómodamente por el aire de la amplia oficina y tanto Mark como el secretario Jun se tensaron, a penas eran las siete de la mañana pero el presidente ya estaba molesto, aquello no era una buena señal y a pesar de haber pasado toda la noche en vela buscando al maldito bastardo que les había robado el cargamento que se supone tenían que entregar mañana por la mañana,  aún no tenían nada.

Después de un par de minutos la voz del presidente volvió a oirse

—Secretario Jun, programe una junta adelantada con los compradores de Vancouver. Tendremos que cancelar el acuerdo. — El beta de cabello castaño asintió anotando la información en su tableta — También hay que hablar con...

—Padre

—Silencio — La voz alzada del alfa le hizo callar — Dedícate a encontrar a ese bastardo y que vea con quién se está metiendo, déjame a mí tratar con los asuntos de negocios ¿entendiste?

𝐃𝐫𝐚𝐠𝐨𝐧𝐟𝐥𝐲 -YumarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora