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Cuando Mark entró a su oficina listo para irse a su hogar, no pensó en encontrarse a su guardaespaldas dentro de ella, recargado en su escritorio, con los brazos cruzados y el semblante serio. La preocupación y la culpa se reflejaban en su rostro y el omega se mantuvo quieto en su lugar hasta que Lucas le extendió los brazos invitándolo a acercarse.

El omega acortó la distancia entre la puerta y el alfa, hundiendo su persona en el torso ajeno y escondiendo su rostro en su pecho, el pomelo y la madera se colaron por sus fosas nasales y Mark se sintió un poquito menos tenso cuando los sólidos brazos de pelinegro le rodearon la cintura.

—Lo siento — el alfa susurro, recargando el mentón sobre su cabeza aspirando su esencia. La melancolía abundaba entre el campo de Dalías y su aroma comenzó a hacerse más cítrico cuando Mark comenzó a sollozar contra su persona— Lo siento tanto jageun.

Mark niega en su lugar, moviendo ligeramente su cabeza.

—No es tu culpa — su voz sale en un hilo y siente al alfa apretarlo más contra su cuerpo.

El omega se deja abrazar un poco más, aspirando la acidez en la esencia ajena que se asienta en su piso nasal, separándose solo cuando su lobo se lo demanda. Mark lo mira a los ojos, esperando y no teniendo nada más que decir pues sabe que su guardaespaldas se esfuerza en consolarlo aun cuando su bestia rechaza al lobo contrario. Lucas le limpia las lágrimas con los pulgares y deposita un beso en su frente antes de sonreírle apacible.

–Te invito a comer algo, salgamos de aquí.

Lucas sugiere, tal vez con la leve esperanza de hacerlo sentir mejor, de reconfortarlo, de protegerlo lo más que su posición le permite pero el omega tiene otros planes por lo que desvía sus ojos de los contrarios antes de regresarlos a su cara.

—Yo... Quiero ir a mi casa — y hay un brillo de decepción en los ojos del alfa que le remueven en el alma, sin embargo Mark se mantiene firme y Lucas no tiene más que rendirse, lo acompaña hasta su auto, no queriendo dejarlo solo.

Mark conduce en silencio hasta su hogar acompañado del alba en el cielo, y hay una presión en su pecho que le obliga a llegar hasta su departamento lo más rápido que puede.

El omega suspira aliviado cuando ve su edificio a dos cuadras de distancia, hace todo este rito de estacionar su auto, saludar al guardia y tomar el elevador para llegar hasta su hogar. Abre la puerta y siente que por fin puede respirar cuando percibe su propio aroma en el ambiente.

Mark se quita los zapatos, su estómago gruñe hambriento, más, decide tomar un baño primero, el omega avanza hasta su habitación, deshaciéndose de su saco y soltando un pequeño gruñido adolorido se quita la camisa. Los moretones están peor que antes, el tono violáceo verdoso sobre la piel blanquecina se ha vuelto más notable en tan solo unas cuantas horas y solo puede suspirar cansado mientras termina de desvestirse dirigiéndose al baño para entrar en la ducha.

Toma un baño rápido, teniendo sumo cuidado al limpiar las heridas. Tiene la cabeza hecha un lío, más, intenta concentrarse en la distribución de oficinas y la nueva información adquirida, al cabo de unos minutos, el omega cierra la regadera y se seca con parsimonia, envolviéndose la toalla en la cintura antes de abrir el cancel y salir hasta el lavabo.

Se seca el cabello con una toalla nueva y vuelve a poner un poco de ungüento en los moretones del torso. Cuando termina, sale del baño a su habitación y se viste mientras intenta crear el mínimo esfuerzo y evitar el dolor en su cuerpo, aunque es casi imposible.

Mark suelta el aire en sus pulmones y sus ojos pican llorosos cuando se da cuenta que la camisa blanca que ha usado esta mañana tiene pequeñas manchas de sangre en ella. Está acostumbrado a verla en su ropa, más el estómago se le revuelve y un nudo se le forma en la garganta cuando cae en cuenta que es su propia sangre sobre la tela blanca al mismo tiempo que su cerebro reproduce algunas imágenes de lo sucedido en su mente.

𝐃𝐫𝐚𝐠𝐨𝐧𝐟𝐥𝐲 -YumarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora