Why isn't it me? [Simarkus]

9. Repercusiones Parte II

N/A: originalmente repercusiones iba a ser un solo cap pero ocurren bastantes cositas y se hizo largo el bicho asi que lo dividí en dos partes 

jiji perdon por la demora es que ya comence mi semestre de nuevo entonces doy clases hasta tarde a veces

Un último grito se escucha en la casa beige de dos pisos antes de que la tranquilidad de la noche vuelva a invadir el barrio donde se encuentra. Son casi las dos de la mañana, y ni un alma se asoma a sus ventanas a espiar lo que está ocurriendo en la casa vecina. Detroit es hostil, e incluso barriadas como esta, de supuesta clase media-alta, marcan una tendencia a violencia alarmante.

Es lo que hay.

Existe una paranoia que acompaña siempre al silencio subsecuente a un evento particularmente violento o extraño, y por ahora, ninguno de los vecinos del barrio ha alcanzado el nivel suficiente de paranoia como para hacer algo al respecto. Este lapso de tiempo donde el suspenso naciente de la incertidumbre alcanza poco a poco su punto máximo, les confiere a Simon y a Daniel, minutos antes de una intervención no deseada.

—Simon... Ya... Puedes salir...

Daniel deja caer la baranda de metal mullida que sostiene en la mano y se desploma contra el suelo en un golpe sordo que tiene a Simon saliendo de su lugar de escondite con apresuro. Las voces de los hombres y los golpes húmedos dejaron de escucharse hacía varios minutos, y era duda y pánico lo que mantenían a Simon escondido detrás de un mueble. Daniel le había dicho que no saliera sin importar lo que escuchase, pero cuando Simon finalmente lo ve, cubierto de golpes que supuran sangre azul y con su único brazo y la cara chorreando rojo cómo si fuera su propia secreción y no de alguien más, el corazón se le cae a la boca del estómago y se reprocha de mil y una maneras el haberle hecho caso a Daniel, el no haberlo ayudado.

Daniel parpadea lentamente, su mirada perdiéndose por segundos y Simon lo gira con cuidado de no lastimarlo boca arriba, horrorizándose cuando ve la magnitud de las heridas que lo recubren tan grotescamente. Es severo, probablemente letal, pero no se compara en brutalidad a la carnicería que los rodea. Las paredes y la alfombra parecen sangrar por cuenta propia, y las vísceras, trozos de músculo, pedazos de huesos y sesos serán en un futuro el producto de náuseas y pesadillas para los estudiantes de criminalística y medicina forense que no sean reemplazados por androides.

Si alguna vez por algún motivo extraño Simon había estado de acuerdo con Daniel en que su brutalidad y capacidad asesina era bella de alguna forma muy retorcida, Simon ahora se retractaba de ello. No existe belleza ni hermosura ni arte en el asesinato, es su conclusión, y si hubiese estado menos preocupado por el estado agonizante de Daniel le habría dado asco encontrarse en la habitación.

Daniel larga un suspiro entrecortado y se lleva su mano al vientre, donde una laceración exagerada permite que algunos de sus biocomponentes sean apenas visibles.

No, no, no, no. Esto no puede estar pasando.

Simon se apresura a acercarse más a su lado, y sus ojos le hacen un escaneo rápido a los biocomponentes de Daniel. Advertencias de daños irreversibles surjen en su campo de visión y Simon se familiariza no por primera vez con lo que es la impotencia al saber que no puede hacer nada, que necesita más partes de las que puede contar con los dedos de las manos para reemplazar las que Daniel tiene rotas. Sabe que tiene que levantarse, que no pueden quedarse aquí. Podrían hallanar una de las casas cercanas, buscar piezas, incluso asaltar una tienda o comprar o--...

—Estoy irreparable —Daniel rompe el tren de pensamientos de Simon, y afirma con voz rota y con certeza escalofriante aquello que él no quiere aceptar y que lo aterra. Sus ojos claros miran con fijeza el techo y Simon lo obliga a mirarlo tomándolo del rostro y girándolo suavemente en su dirección general—, fueron demasiados. Pude con ellos pero este es el costo. Jamás seré un humano, y no soy perfecto como tú para ser considerado ya un androide, es lógico que no deba existir... Simon, voy a apagarme.