Extra: Tahiel

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Veo todo el papeleo sobre el escritorio y me dan ganas de salir corriendo, pero ser el nuevo rey no solo trae privilegios, también muchas responsabilidades recaen en mis hombros y  bastante estrés.

Pensarlo no me ayudará en nada, mejor empiezo y así tengo la esperanza de algún día terminar.

Han pasado algunas dos horas y este papeleo no parece menguar, paso una mano por mi desordenado pelo blanco y continúo la ardua labor.

Mi teléfono suena y al mirar la pantalla puedo distinguir que se trata de Santi, no puedo evitar rodar los ojos, alguna fiesta se traerá entre manos.

-Desde ya te voy diciendo que estoy hasta el cuello de papeleos y no me alcanzará la vida para salir de
aquí - hablo al aceptar la llamada.

-No me vengas con eso, escuché de un nuevo lugar que está arrasando, no pienso ir con nadie más que no
seas tú - habla con seguridad, lo que me vale mierda.

-Sí es así.... Ven a ayudarme, cuando todo esto esté acabado te puedo dedicar todo mi tiempo - y sin más que decir cuelgo.

Continúo hasta que escucho la puerta abrirse, no es necesario levantar la mirada para saber de quien se trata.

Santi entra y sin mediar palabra se adentra en la montaña de papeleo.

Me estiro en la silla, que cualquier día se terminará  adhiriendo a mí.

-Muy bien, ya terminamos, te bañas, te cambias y en una hora paso por ti - se levanta de su asiento y se dirige a la puerta - y recuerda - habla antes de salir - tu tiempo es mio - y tras decir eso se va igual que como vino.

No puedo evitar reír, pero gracias a él terminé muchísimo más rápido.

Voy a la cocina en busca de algo que devorar, hoy no he comido casi nada.

Al entrar lo primero que visualizo es una cabellera blanca igual que la mía, Leti está de espaldas a mí mientras prepara no se que cosa.

Me acerco y revoloteo su largo cabello, recibiendo una queja de su parte, agarro los dos sandwiches que estaba preparando y empiezo a comerlos como si míos fueran ante su mirada asesina.

-No me mires así enana, si las miradas mataran estarían enterrando a tu hermanito. - umm no sé si es porque no eran mio, pero esto está delicioso.

-Que no soy enana, ¿Cuándo dejaras de decirme así? - siempre dice lo mismo.

La miro de arriba a bajo y lastimosamente tiene razón.

Leti cumplirá su mayoría de edad dentro de poco y está vuelta toda una mujer, una hermosa mujer con su cabello blanco y sus hermosos ojos grises igual a los de mi madre.

Definitivamente tendré que hablar con papá, pronto no podremos dejarla salir de la casa a menos que sea con uno de nosotros. No pienso dejar que un canalla ilusione a mi hermana para luego dejarla tirada, yo sé muy bien como somos y aunque yo lo hice y lo hago, mi hermana no pasará por eso.

-Nunca - contesto a su innecesaria pregunta - Escúchame bien Leticia Gold Clark - me acerco a ella - nunca dejaré de decirte enana porque siempre serás mí enana, mía y de papá - ella abre los ojos como platos y yo deposito un tierno beso en su bella cabellera.

-Se tenía que decir y se dijo - dice mi padre entrando a la cocina, ¿cuando llegaron? Inmediatamente empiezo a buscar a mamá con la mirada- de nosotros y de nadie más.

-Tan posesivos como siempre - habla a quien busco, casi corriendo me dirijo a ella y la tomo en brazos - ¡Creo que desapareceré más seguido! - habla mientras ríe, y yo la miro serio por un momento.

Por tu rechazoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora