V: Pesadillas

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Ya no había nada más que hacer así que bastante aburrida volvió a la habitación de Sanders.

Entró y al mirar la cama encontró su mochila vieja tan llena que podría explotar.

Sanders al verla dejó de hacer lo que hacía y la miró con una sonrisa.

— Fui por tus cosas para que te sintieras más cómoda. —le habló orgulloso de su decisión.

— ¿Cómo sabes dónde vivo?

Él abrió los ojos.

— Yo... soy adivino. Es parte de mis habilidades vampíricas. —lanzó una excusa dirigiéndose al tocador, sin cerrar la puerta.

Vía se sentó sobre la cama y abrió la mochila para ver que le había traído Sanders.

Sacó cada cosa y las fue poniendo sobre las sábanas de su lado, que se mantenía cálido debido a su temperatura natural.

— No sabía qué cosas necesitabas, así que traje lo que me llamó la atención. —dijo sacando una libreta de un cajón.

Vía encontró sus animales de origami y unas toallas femeninas. Apretó los labios tratando de no reír.

Había incluso un par de frituras y galletas, unas botellas de agua y un viejo peluche.

— No era necesario que fueras hasta el pueblo por esto. -le dijo admirando el pequeño desastre que había hecho sobre la cama.

Había sido un gesto bastante lindo de su parte ir aún cuando ignoraba qué cosas necesitaría.

— Pero quería hacerlo... —la miró sonriente.

Vía comenzaba a pensar que quizás no sería tan malo estar ahí.

Analizó la habitación, su ropa, los sonidos y contempló su existencia un rato hasta poder terminar de aburrirse.

Los horas pasaron lentamente y Via esperó a que hubiera silencio.

Después de que se fue Sanders volvió a aburrirse y decidió volver a explorar, pero esta vez vería la planta alta.

Salió asegurándose que Raku no se encontrará cerca y con cautela siguió la alfombra por el pasillo hasta encontrar los demás cuartos.

En uno de ellos se encontraba Dereck con un libro sobre la cara, uno diferente, de otro color y con otra portada. Y notó que en su habitación tenía un estante lleno de otros libros, pero en lugar de quedarse a fisgonear decidió seguir explorando.

En la siguiente habitación, a un lado y al frente estaba Lenny quien se encargaba de regar una maceta que parecía tener sólo tierra húmeda.

Brândr la sintió pasar y rápidamente se giró a verla.

— Hola. -sonrió un poco y dejó de lado su regadera para enderezarse.

Vía dió un paso al frente y con cautela se adentró a la habitación.

Todos los cuartos eran grandes y anticuados, pero el de Lenny parecía ligeramente más moderno, y pequeño.

Se sentó sobre su cama y la miró dando un par de palmaditas sobre el colchón invitándola a sentarse.

— ¿Sabes de plantas? —preguntó mirando su maceta sin vida.

— No mucho. —arrugó el mentón decepcionado.

— ¿Sabes por qué no crece? —ambos miraron el recipiente de tierra mojada esperando respuesta.

Había estado cuidando de ella por demasiado tiempo, pero tenía la esperanza de que un día florecería.

La Mansión BittDonde viven las historias. Descúbrelo ahora