La puerta se abrió por completo y Vía dió un paso atrás, alertando a los tres hermanos.
— Ciro Bunraku Bitt, un placer vernos de nuevo. —apareció una mujer de vestimenta elegante y casi igual de antigua que el vestido que llevaba Vía.
— Carolina Atena Lanturi Veludos, bienvenida. —Vía abrió los ojos al oír los nombres.
¿Realmente tenían que decir el nombre completo? No solo era la rareza de los nombres en sí, era el conjunto de palabras extrañas que conformaban sus tarjetas de presentación.
— Veo que volvieron a la antigua mansión. —analizó la casa de piso a techo y luego le echó un vistazo a Vía.
Su mirada era como la de un depredador a punto de tomar a su presa, pero para este punto le parecía una mirada normal por parte de los demás vampiros.
Podían olerla a kilómetros, aunque en realidad todo el bosque olía a humano, al menos con ese vestido puesto se camuflaba un poco entre los demás.
— Cherno Ezero Veludos… —siguió dando la bienvenida Raku mientras el resividor parecía cada vez más lleno.
Sanders retrocedió un poco para no abrumar a Vía con tanta gente y de pronto pasó por la puerta una chica vestida con llamativas prendas rojas de terciopelo y joyas brillantes.
Los ojos de resplandecían en un color rosa imposible y su sonrisa antinatural realzaba a la vista, pero no fue eso lo que le llamó la atención, si no que llevaba con sigo, amarrado como un perro, a un hombre desaliñado y vestido como si lo hubiera sacado directamente de la basura.
Vía sintió un escalofrío y al oler su miedo, espeso y húmedo, el hombre la volteó a ver, con los ojos bien abiertos.
Tenía mirada de loco. Las pupilas chicas, las cejas alzadas, la sonrisa involuntaria y la forma que tenía de observarla como si se alegrara de ver a un humano nuevamente, aunque en realidad solo la veía como carnada, o una forma de escapar.
Vía tensó los músculos y Sanders notó que algo la estaba asustando, aunque aún no descubría cuál de las tantas cosas en la sala podría ser la razón de su temblar.
La mujer sintió su mirada al otro lado de la habitación y los volteó a ver con una sonrisa de emoción.
— Pero si es el señor Branwell Rynkos Sanderson Bitt. Tanto tiempo. —Sanders hizo una mueca incómoda. Hacía mucho que no le decían su nombre completo.
— Julieta del Arco Veludos, que bueno verla por aquí nuevamente. —trató de ser amable.
Escuchó un jadeo desesperado y finalmente notó al hombre desaliñado que se sacudía como un chihuahua ansioso. Con un collar ajustado que apenas lo dejaba respirar. Retenido, asustado.
Y finalmente entendió por qué Vía los miraba así.
— ¡¿Tú también tienes uno?! —alzó la voz con emoción, haciendo a Sanders abrir los ojos de pronto.
— Qué linda… —trató de acariciarla pero ella encogió el cuello para alejarse un poco.
— ¿Dónde la conseguiste? —le preguntó como si hablaran de mascotas, ignorando la grosería que le había hecho la humana.Se sentía como un objeto o un animal de matadero. Se sentía como el gallo que todos esperan a que sea inútil para comérselo.
— Yo…
— Yo también tengo uno. —lo interrumpió entusiasmada. — se llama Rosita. Rosita ama a su dueña, ¿verdad? —lo acarició detrás de la oreja como si fuera un perro y a Vía le dió asco ver la forma en la que lo trataban.
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La Mansión Bitt
Misterio / Suspenso- "Una mujer bella es destinada a encontrarse con el amor de su vida una infinidad de veces hasta que el destino decide que es momento de separarlos, ahora para siempre" ★ : Miles de rumores absurdos sobre bestias en una vieja mansión empujan a Vía...